Andalucía

Las empresas de telefonía no aportan datos

  • No han enviado aún al juzgado la localización de móviles pedida por algunos de los imputados

Un año después, la instrucción del caso del secuestro de Rafael Ávila, que lleva el Juzgado 4 de Sanlúcar, no ha acabado al quedar por practicarse varias diligencias de prueba. Algunas, fundamentales en opinión de las defensas de varios de los imputados, como los posicionamientos de los teléfonos móviles de sus defendidos en las fechas del secuestro. Hasta en tres ocasiones se ha pedido a las empresas de telecomunicaciones que remitan las localizaciones, sin que hayan atendido a los requerimientos judiciales.

Siguen en prisión seis de los nueve detenidos hace ahora un año. Se trata del considerado cerebro del secuestro, Luis Miguel Rodríguez Pueyo, con amplia trayectoria en estafas, que se hizo famoso por su implicación (y condena) en el caso Arny, de abusos a menores en un pub de Sevilla; debía dinero a los Ávila porque les compró propiedades que no terminó de pagar. También está en prisión su compinche de juergas en el Arny, Manuel Ibáñez García, que montó un negocio de baratijas en un local que alquiló a Rafael Ávila. Él, según la Policía, eligió a la víctima, porque le demandó por no pagar el alquiler. Igualmente encarcelados están los dos hijos de Pueyo: Luis Antonio Rodríguez de Sousa (hijo de su mujer de una relación anterior), que según los investigadores financió el secuestro. Declaró que le habían tocado tres millones de euros en la Lotería. Y su hermano Miguel, que hizo la foto de la prueba de vida de Rafael con un ejemplar del Marca. Y los dos supuestos guardianes del rehén, el primo de Mariano Rajoy, Raúl Brey, dueño del chalé El Retorno, y José Antonio Giles Rodríguez, que hacia "favores sexuales" a Pueyo a cambio de droga. En libertad con cargos están la ex de Miguel, Vanesa Hidalgo, y su hermano, José María. Sin cargos quedó la mujer de Pueyo, Amalia, y dos jóvenes más. De todos ellos, sólo han admitido ante el juez su participación Pueyo, con la historia que contó de que secuestró a Ávila porque éste se quedó con un millón de euros de una banda del Este para la que trabajaban él y el sanluqueño. Y su hijo Miguel, cuyo móvil intervino la Policía.

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