Andalucía

El estafador Pueyo dice que un grupo extranjero dio la orden de secuestrar a Ávila

  • Implica al empresario sanluqueño en blanqueo de dinero y declara que lo raptó porque se quedó con un millón de euros

Luis Miguel Rodríguez Pueyo, viejo conocido de la Policía y Justicia españolas, con nada menos que 22 detenciones en su haber por estafa, quebrantamiento de condena y detención ilegal, declaró ayer ante el juez que fue obligado por un grupo extranjero a secuestrar al empresario sanluqueño Rafael Ávila. Rodríguez Pueyo, famoso por acudir disfrazado al juicio del caso de prostitución de menores del pub sevillano Arny, por el que cumplió prisión, compareció ayer en el Juzgado a cara descubierta. E incluso posó para el fotógrafo de este periódico con mirada desafiante al bajarse del furgón que lo condujo desde la prisión de Puerto 3 al Juzgado de Sanlúcar.

Considerado por la Policía como cabecilla del secuestro del empresario sanluqueño -liberado por los Geos el pasado 18 de junio en un chalé de Almonte, tras permancer 16 días cautivo en condiciones infrahumanas- Rodríguez Pueyo no negó su participación en el rapto, aunque manifestó que lo hizo obligado tras ser amenazado de muerte. Y dijo que no sólo lo amenazaron a él, sino también a una hija y una nieta suyas.

Según narración, él y Ávila blanqueaban dinero para un grupo financiero conformado por personas oriundas de países del Este. Esa banda decidió secuestrar al empresario porque se había apropiado de dinero. En su relato, Pueyo contó que él empezó a introducir en España el dinero de ese grupo, y terminó haciendo lo propio en Sanlúcar tras contactar con Ávila a través de representantes del Ayuntamiento. El secuestro se produjo después de que éste pidiera que le dejaran manejar un millón de euros, comprometiéndose a devolverlos a principios de este año, según la versión del cerebro del rapto. Como no cumplió con el pago, el empresario sanluqueño fue secuestrado.

Pueyo reveló que fueron cuatro personas enviadas por la banda (tres extranjeros y un español, al que definó como moreno, con el pelo rizado, de unos 38 años y al que llamaban Arturo) los que raptaron a Ávila y admitió que sí fue él quien decidió el escondite: el chalé de Almonte.

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