Rafael Correa. Presidente de Ecuador

"Nuestra experiencia en manejar crisis puede servirle de ejemplo a Europa"

  • El presidente ecuatoriano asegura en su visita a Cádiz que el gran reto que se le presenta a la región es eliminar las desigualdades · Advierte que el actual formato de la Cumbre Iberoamericana "no es eficiente"

El presidente de Ecuador, Rafael Correa (Guayaquil, 1963), llega al lugar de la entrevista en el Colegio de Arquitectos y lee en una tableta información de última hora. Es uno de los presidentes con más carisma de América Latina y uno de los arietes contra las políticas de organismos internaciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Próximamente se presentará a la reelección, la última vez que puede hacerlo. Después se retirará de la vida pública. Su proyecto de país dice que es perdurable, legendario, histórico, de justicia social y de transformación de las estructuras del país.

-¿Qué espera de esta Cumbre Iberoamericana?

-Hay temas muy actuales. Por ejemplo, las repercusiones que tiene la crisis europea en el resto del mundo porque ésta no sólo le está afectando a ellos sino a los casi europeos como son los residentes latinoamericanos, como ocurre en España, donde se integran miles de ecuatorianos. Esto nos mantiene preocupados y, sobre todo, por los efectos que está teniendo esta crisis en los 40.000 ecuatorianos que están sujetos a desahucios. Son cosas que nos preocupan realmente y que nos sorprenden incluso. También es preocupante esta tendencia de la Unión Europea, no tanto en España, de criminalizar la inmigración.

-El año pasado hubo muchas ausencias de líderes iberoamericanos en Asunción (Paraguay) y ya se está barajando cambiar las cumbres a una periodicidad bianual. ¿Cree que el actual modelo es adecuado o debe cambiarse?

-Esos plenarios donde todo el mundo tiene la obligación de intervenir no es el mecanismo, no es eficiente para tratar los temas. Debe venir con una temática establecida y referirnos a los puntos de esa temática, abrir una discusión mucho más espontánea que ese formalismo, ese rigor protocolario de que cada uno tiene que intervenir con un determinado tiempo y por orden alfabético. Debería ser un mecanismo más flexible, de discusión más amplia, más abierta. Los temas específicos se diluyen demasiado.

-Una de las consecuencias más visibles de la crisis económica en España es el desempleo y, con ello, la gran cantidad desahucios que se están produciendo y que están afectando, como usted ha dicho, a 40.000 ciudadanos ecuatorianos. Este tema se va a poner encima de la mesa en la reunión que va a mantener con el presidente español, Mariano Rajoy. ¿Qué le va a proponer en este sentido?

-Yo diría que ese tema es ineludible. Sin embargo, nosotros no es que vayamos dando sugerencias que no nos piden. Sí creemos que Ecuador y América Latina tienen muchísima experiencia en el manejo de esta clase de crisis. Bueno, no en el manejo, sino en sufrirlas y en recibir las mismas recetas del Fondo Monetario Internacional. El costo social de superar esas crisis es lo que vemos que está entrando Europa. Si da la oportunidad el presidente Rajoy, podemos transmitirle muchas experiencias que Ecuador tiene en este tipo de crisis.

(Tras el encuentro que mantuvo con Rajoy, el presidente Rafael Correa dijo que el reciente Real Decreto aprobado por el Consejo de Ministros sobre los desahucios "es un paso y un avance", aunque no lo ha considerado suficiente para frenar este drama).

-Durante estos días usted ha explicado la receta que aplicó en Ecuador para ir liquidando la deuda y, a la vez, dijo que desde que expulsó a organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a su país le va mucho mejor. ¿Es un ejemplo Ecuador para países como España?

-Nosotros no queremos ser ejemplo de nada, pero si la experiencia ecuatoriana a la hora de manejar las crisis, los éxitos que hemos obtenido en este tema con la reducción de la deuda y controlado el PIB del capital financiero, puede servir a Europa para enfrentar su crisis, claro que pueden vernos a nosotros.

-Otro aspecto que afecta directamente a los ecuatorianos que viven en España es la no asistencia sanitaria a los inmigrantes que se encuentren sin tarjeta de residencia. ¿Qué piensa de esta medida del Gobierno español? ¿Será posible firmar el acuerdo de reciprocidad con España para la asistencia sanitaria gratuita?

-Ya hemos conversado en este sentido. Ayer estuvimos con el presidente de la Junta de Andalucía y se conversó de esto. Sería muy preocupante que se quitaran servicios sanitarios a los inmigrantes y también va a ser un tema con el que hay que conversar con el presidente Rajoy. Esperamos poder solucionarlo y superarlo.

-España era hasta hace pocos años un paraíso laboral para los ecuatorianos, pero ahora ese flujo migratorio se ha frenado en seco por la crisis. ¿Están volviendo a su país muchos emigrantes y, por otro lado, puede ser un buen destino de trabajo para los españoles?

-Hay un retorno de inmigrantes, de manera que el flujo migratorio se ha revertido. También están viniendo no solo trabajadores, sino profesionales españoles al Ecuador que siempre serán bienvenidos. Creo que eso alivia también la crisis. Hay desempleo en España de gente de altísimo nivel académico y nosotros estamos haciendo importantes reformas universitarias, de manera que necesitamos profesores con gran nivel académico. Allí hay oportunidades de trabajo con salarios competitivos pero, en general, cualquier persona que quiera ir a nuestro país a quedarse y trabajar, será bienvenida.

-¿En qué medida se necesitan España y Ecuador?

-Es un tema de desarrollo. España puede aportar mucho a Ecuador. Por ejemplo, por medio de inversiones, transferencias tecnológicas, etcétera, y nosotros tenemos nuestro aporte. Sin embargo, al final, con España siempre las relaciones bilaterales se mercantilizan en el plano del intercambio comercial. Yo soy de las personas que van mucho más allá, de manera que hay que tocar también la política. Hay que tocar temas comunes como la inmigración, la salida de la crisis y en eso sí debemos profundizar un poco más en nuestras relaciones bilaterales.

-El escenario entre la primera cumbre iberoamericana y esta de Cádiz es diametralmente opuesto. Entonces había una pujanza europea y en América Latina reinaba la inestabilidad económica y financiera.

-América Latina es la única región del mundo en desigualdad que está creciendo a buenos ritmos. Yo creo que todos podemos aprender de las experiencias del otro. Nosotros también podemos aprender de la Unión Europea. Si la UE consiguió unir a 27 países con religiones, idiomas, culturas y sistemas políticos distintos, cómo es que nosotros no hemos logrado esa unión con el mismo uso del idioma (el portugués y español son muy cercanos), el mismo sistema político de repúblicas y cultura. Podemos aprender de esa experiencia de la UE, podemos aprender de cómo países con un retraso relativo como España lograron cerrar esa brecha con Europa. En un momento en el que América Latina está creciendo y ha ido solventando su crisis de la deuda, ha adquirido mucha experiencia de las mismas. Es normal que Europa quiera aprender de nuestra experiencia.

-¿Qué ha faltado en América Latina para que realmente hubiera esa unión de países?

-Voluntad política. Los problemas de coordinación se superan con más voluntad política. Mientras que Europa tiene que explicarle a sus hijos por qué se unió, nosotros tendremos que explicarle a nuestros nietos por qué nos demoramos tanto.

-La economía de los países latinoamericanos crece a un gran ritmo, pero las desigualdades siguen estando latentes. ¿Ese es el gran reto que se les presenta en el futuro?

-El mayor reto que tiene América Latina es disminuir esas desigualdades. Tenga en cuenta que es el continente con más desigualdades del mundo y que, a la vez, tiene una renta media. Cuando usted tiene desigualdades en continentes de renta media, tiene miseria. Otra cosa es crear desigualdad en continentes como Norteamérica. Estados Unidos es el país con más desigualdades de los países desarrollados, pero es un país rico y entonces eso no significa miseria. En América Latina, sí. Todas las políticas públicas deben tener como objetivo universal la lucha por disminuir esa desigualdad.

-Hay empresas españolas que se quejan de que en algunos países de América Latina hay inseguridad jurídica para realizar sus inversiones. ¿No puede ser un problema para atraer nuevas empresas?

-Dígame qué intereses han podido perder empresas españolas en Ecuador. Tenemos que reconocer que muchas veces ha habido abusos de intereses de empresas españolas en América Latina. Muchas veces no se han alineado con las políticas de Gobierno en el sentido de, por poner un ejemplo, producir más petróleo del que se requiere para combustible en sectores estratégicos que lo que hacen es perjudicar a la colectividad. Si no responde a las necesidades, ese país tiene todo el derecho y está legitimado para defender sus intereses.

-Usted no ha tenido dudas en llevar a los periodistas a los juzgados, algo que le ha granjeado muchas críticas y, además, ha criticado a algunos medios de comunicación por sus intereses privados.

-En Europa, con el concepto de prensa que ustedes tienen, no entienden la de América Latina. Sé la prensa que ustedes tienen. Aquí mentir es un pecado, aquí defender las mentiras no está considerado libertad de expresión. Algunos confunden cuestionar con mentir e incluso difamar. Y eso es un delito. Nadie está por encima de la ley. En Ecuador, si difama un periodista no se le puede juzgar. Si difama un bombero, sí se le puede juzgar. Todos somos iguales ante la Ley. Nuestra prensa, la ecuatoriana, es la peor del mundo y sus excesos deben ser controlados como se hace en cualquier país civilizado, aplicando la ley. Dicho esto, yo sí creo que hay una contradicción latente, un problema fundamental, que son medios-negocios privados con fines de lucro proveyendo un derecho. ¿Qué es lo que debe prevalecer: el derecho o el fin de lucro? Por definición, el fin de lucro. Esto puede ser mitigado con ética profesional adecuada, pero hay un problema latente, de origen y lo que más brilla por su ausencia es esa ética y ese profesionalismo.

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