medio ambiente

60 horas de angustia y llamas

  • El incendio que cercó el Parque Nacional de Doñana cumplió ayer una semana

  • Una veintena de efectivos del Plan Infoca siguen sobre el terreno

Un agente contra incendios trabaja en un asentamiento chabolista ante la presencia de uno de sus habitantes.

Un agente contra incendios trabaja en un asentamiento chabolista ante la presencia de uno de sus habitantes. / josué correa

Todo empezó con un aviso de incendio a las 21:20 del sábado 24 de junio. Después llegaría el pavor, la catástrofe y la imagen de un paisaje desolador, devastado por las llamas. El fuego se había declarado en una zona que atraviesa una pista forestal y que está rodeada de explotaciones freseras, en Las Peñuelas, término municipal de Moguer. Nada más tener conocimiento del mismo, el dispositivo para la prevención y extinción de incendios forestales de Andalucía (Plan Infoca) movilizó medios para combatir las llamas, pero nadie se imaginaba lo que iba a ocurrir. De hecho cuando el presidente del Consejo de Participación de Doñana, Miguel Delibes, se enteró de lo que estaba sucediendo pensó que el incendio no iría a más.

Así debieron pensar también los responsables del dispositivo que enviaron a la zona dos medios aéreos, tres vehículos autobomba, 36 bomberos y un agente de Medio Ambiente. Horas después se instaló en Mazagón un Puesto de Mando Avanzado. Dos ministros, la presidenta de la Junta y dos consejeros se fueron hasta allí. Los medios aéreos apenas intervinieron cuando el inició el fuego. Según avanzaran las llamas se iba a decidir si se incorporarían con las luces del día, pero antes de la medianoche medianoche la Junta ya había activado del nivel 1 del Plan de Emergencias por Incendios Forestales, porque las llamas discurrían ya por la carretera que une Moguer y Mazagón. Para entonces el Infoca había desplegado 86 bomberos forestales, nueve camiones autobombas y se había procedido al desalojo de varias fincas por la cercanía de las llamas. La rapidez de propagación de éstas, a causa del viento, obligó también a evacuar el hotel Solvasa, el camping Cuesta de la Barca, el Parador de Mazagón, las casas de Bonares, la barriada de San José y el Alcor. Posteriormente fueron desalojados el camping Doñana, y el Instituto Nacional de Técnicas Aeroespaciales del Ministerio del Interior (INTA), el poblado de San José y Las Madres. En total fueron más de 2.000 personas, el grueso de las cuales fueron trasladas a los pabellones deportivos de Mazagón y Moguer, pero también a la casa de la cultura de Matalascañas y a la casa hermandad del Rocío de Almonte.

Las fuertes rachas de viento pusieron en jaque a los retenes del Infoca y la UME

La preocupación se había adueñado de la situación y el Infoca no tuvo más remedio que replantear la actuación, centrándose en el desalojo de las personas que vivían o se albergaban en estas instalaciones de la línea de costa en las que ya empezaba a notarse el nerviosismo. Los desalojos no estuvieron exentos de escenas tensas, porque hubo personas se negaron a abandonar sus casas ante el temor de no encontrar nada a su regreso, mientras otros corrían y huían en dirección a la playa.

Solventada la prioridad de evacuar a las personas tocaba apagar el fuego, el Infoca reclamó más ayuda y no se hizo esperar. Minutos antes de las 03:00 del domingo, la Junta pidió la incorporación de la Unidad Militar de Emergencias. La UME desplazó al lugar 57 efectivos y ocho vehículos de extinción. Al dispositivo se unieron efectivos del Consorcio Provincial de Bomberos de Huelva y de la capital. Se sumaron la Guardia Civil, Policía Local y Protección Civil. Todos intentaron hacer frente a las llamas y tratar de controlar un fuego que se estaba cebando ya con parte del Paraje Natural de Doñana y se acercaba al Parque. Para entonces permanecía cortadas al tráfico varios kilómetros de la carretera que une Mazagón y Matalascañas, así como la HU-3110 y el camino de las Peñuelas.

El viento que durante toda la noche fue el gran enemigo del dispositivo, continuaba haciendo de las suyas a las nueve de la mañana del domingo. El fuego avanzaba sin control. Las cosas no iban bien y se reflejaba en las caras de las autoridades y mandos del puesto avanzado. Había un único frente de tres focos abiertos: dos en los flancos y uno en la cabecera. El flanco izquierdo era el que más preocupaba, ya que apuntaba directamente a Doñana.

El incendio vivía su momento más crítico y el cansancio era ya evidente. Las noticias de los efectivos del Infoca y la UME no eran buenas. Sin embargo, el viento aminoró en la tarde del domingo y hubo cierta mejora, pero el fuego obligó a desalojar el Centro de Cría del Lince Ibérico de El Acebuche y cerrar la salida de Matalascañas para preservar la seguridad de las miles de personas que pasaban allí el fin de semana.

La idea era acorralar el fuego, y mantener a salvo la zona de población, que en ningún momento corrió peligro, pero las labores seguían siendo complicadas debido a las ráfagas viento cambiantes. Al caer la noche, los medios aéreos tuvieron que abandonar su trabajo. Los expertos esperaban que las condiciones atmosféricas mejoraran gracias a la bajada de las temperaturas. Así fue. Los factores climatológicos comenzaron a aliarse con los retenes. El lunes por la mañana amaneció con optimismo moderado. El dispositivo contra incendios se mantuvo toda la noche para controlar los "puntos calientes" que existían. El Infoca había fijado el perímetro del fuego y esperaba darlo por estabilizado en cualquier momento. Nada que ver con el día anterior cuando la ventisca y sus continuos cambios hicieron presagiar lo peor. El lunes por la tarde, después de 45 horas de trabajo por tierra y aire, ya no se hablaba de tres frentes sino de un perímetro controlado. Incluso entonces, los "puntos calientes" hicieron rebrotar las llamas en las horas de más calor y a causa del viento, pero los medios aéreos pudieron atajar la situación.

A primera hora del martes se realizó otro vuelo de reconocimiento para poder "en cuanto sea posible" dar el incendio por estabilizado. De regreso al puesto de mando éste se dio directamente por controlado, lo que dio paso a una sensación de satisfacción por el trabajo ejemplar realizado. El resultado son 8.500 hectáreas arrasadas junto a la joya natural más importante de la comunidad. Una veintena de efectivos del Infoca seguían ayer en la zona refrescando puntos donde todavía puede verse humo. Ya falta menos que, tras más de una semana, el incendio que cercó Doñana pueda darse por extinguido.

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