Inmigración: El debate incómodo en el PP que ahonda la brecha entre Juanma Moreno y Ayuso
La competencia electoral con Vox modifica los discursos en los populares
El presidente andaluz no quiere participar “en la caza al inmigrante” mientras la madrileña habla de “manadas”
Juanma Moreno abre un abismo con Vox: "No voy a participar en su cacería al inmigrante. Nunca"
La propuesta de inmigración que ha aprobado el PP hace ahora una semana en la llamada “Declaración de Murcia” no tiene nada que ver con los postulados políticos que el partido aprobó en su Congreso Nacional de julio en Madrid. Allí apostaban por la moderación, por ensanchar el centro para convencer a los españoles de que Alberto Núñez Feijóo era el presidente que el país necesitaba. Hace una semana han decidido que no, que el centro está sobrevalorado y han puesto encima de la mesa una especie de carné por puntos que premie a los migrantes que mejor conozcan “nuestra cultura”, que vengan a trabajar “en sectores donde haya demanda de mano de obra” y a los que tengan “mayor capacidad de integración”.
Un giro de discurso que podía haber sido incluso más duro. Porque la declaración inicial prevista era todavía más radical que las presiones de los barones más moderados, empezando por el presidente andaluz, Juanma Moreno, y siguiendo por el gallego Alfonso Rueda e incluso el murciano López Miras, han rebajado tras no pocas tensiones. A pesar de todo, la propuesta que han hecho pública es demasiado evidente. Se huele el miedo a Vox.
Porque eso es lo que está en el centro de todos estos movimientos. Un dirigente andaluz lo explica claramente, “la percepción de la inmigración como problema no obedece a un debate social, sino a uno político”. Y ese conflicto político, léase de votos, no es igual en todas las partes de España. Tanto es así que los diferentes líderes populares tiran de Feijóo de un lado y de otro con el inconveniente de que el presidente popular está en Madrid donde la influencia de Díaz Ayuso es casi ilimitada. También por razones electorales, ya que ella ha logrado opacar a Vox.
Los datos
En Andalucía, donde Moreno también tiene mayoría absoluta, los datos también empiezan a preocupar. En las últimas elecciones autonómicas, las del 19 de junio de 2022, los últimos cuatro escaños se repartieron por apenas 7.000 votos, dos fueron para el PSOE y otros dos para el PP, confirmando así la mayoría absoluta, pero podían haber caído del lado de Vox. Las últimas encuestas que maneja el PP señalan que en Huelva y Almería Vox podría ser ya la segunda fuerza política adelantando al PSOE; con la Ley D´Hont en la mano eso podría poner en riesgo la mayoría absoluta de Vox.
No es casual que sea exactamente en las provincias con más población inmigrante, ligada por cierto a la boyante industria agrícola en ambas.
Las intervenciones que realiza en el Parlamento andaluz el portavoz de Vox, Manuel Gavira, y que luego replican insistentemente por todos los rincones de Andalucía, están centradas siempre en culpar a la inmigración de los problemas en los servicios públicos esenciales, además de acusarlos directamente de cometer delitos. El discurso cala, el mensaje cala y, ya lo han advertido, irán a más “a polarizar mucho más”.
Los discursos
Lo más destacable es que le han cogido la medida al PP. Esta misma semana, Vox presentó en el Parlamento una iniciativa para reclamar a la Junta de Andalucía información sobre el “gasto directo e indirecto” que cuesta mantener a los inmigrantes ilegales. Una propuesta que pasó los primeros filtros sin que el PPse atreviese a vetarla. Hasta que tuvo que rectificar para evitar su debate.
El PP andaluz, empezando por la consejera de Igualdad, Loles López, rechaza el mensaje que trasladan desde Madrid, “nosotros hemos sido emigrantes”, dice cuando se le pregunta por el asunto. Eso y que siempre va a cumplir la ley de acogida, a aceptar los criterios de reparto y a atender a los niños que llegan solos.
Juanma Moreno respalda este discurso, claro, pero cada vez tiene más dificultades para encajarlo con el de su compañera la presidenta de Madrid. Díaz Ayuso dice lo que considera oportuno sin mirar a quién puede incomodar, marca así el paso de todo el partido... o bien obliga a sus compañeros a desautorizarla, dando carnaza a sus rivales políticos. Justo lo que Feijóo ha dado orden de evitar. Lo que faltaba al PP era desangrarse en guerras internas.
Una prueba de esta realidad es la penúltima polémica. El pasado miércoles, Díaz Ayuso aseguraba que la “inmigración hispana no es inmigración” para explicar que cuando lanza su discurso se refiere a personas procedentes de países que “puedan tener una integración más complicada”.
Pocos minutos después, preguntaban en directo al líder andaluz que salía del atolladero abriendo la posibilidad de que la lengua española sea un requisito para que un inmigrante obtenga la nacionalidad española.
La realidad andaluza
La diferencia fundamental está en el punto de partida. Cualquier portavoz del PP andaluz insiste siempre en la misma idea, Andalucía tiene sus propias características, diferenciales, con respecto a Madrid. También con las demás comunidades autónomas con la particularidad de que el resto no trata de imponer su criterio ante cualquier debate. Ni siquiera los independentistas.
Por eso el presidente andaluz marcó su línea roja en el Parlamento andaluz el 26 de julio de 2024, “no voy a participar en la caza al inmigrante”, le decía rotundo a Vox. Muchas cosas han cambiado desde entonces y ahora es la propia Díaz Ayuso la que habla de “manadas” de inmigrantes que deambulan por Europa “sin oficio ni beneficio”, refiriéndose sobre todo a los menores no acompañados.
Frente a estas palabras, Moreno arguye el visado por puntos del PP: “Se trata de poner orden para evitar la xenofobia creciente en nuestro país”.
El desorden
Hay una cosa en la que sí están de acuerdo, aunque también con matices. Tanto Juanma Moreno como la presidenta madrileña califican como “desorden” la política migratoria de Pedro Sánchez; ambos lo culpan de no ejercer el control en las fronteras y provocar un caos migratorio.
Según el presidente de la Junta de Andalucía, la política migratoria de Pedro Sánchez “ha fracasado” tanto en el control de las fronteras como en los acuerdos con terceros países, por lo que España requiere de una política “seria y rigurosa” porque hace falta inmigración pero para ello se necesita “integración”.
Y aquí vuelven a aflorar las diferencias. Moreno defiende que integración significa aceptar “los valores constitucionales” mientras que Díaz Ayuso prefiere a los inmigrantes “culturalmente próximos”.
Por cierto que este discurso del desorden lleva al presidente andaluz a coincidir con el lehendakari vasco, Imanol Pradales, con quien Ayuso ha tenido una enorme polémica también en esta semana. Moreno y Pradales han tenido diferencias después de que el vasco dijese que la mayoría de los menores migrantes que llegaban a su comunidad lo hacían procedentes de Andalucía. Una acusación negada tajantemente por la Junta de Andalucía.
Los dos hablaron por teléfono y el resultado es que ambos se apoyan mutuamente en las demandas frente al Gobierno central: El País Vasco debe ser considerado Frontera Norte de España en términos migratorios, y Andalucía como Frontera Sur. Una especificidad que supone un tratamiento especial por parte del Estado, sobre todo en lo que a inmigración se refiere.
El Congreso del PP-A
Lo que es evidente en todo este asunto es que el tono del debate político de la inmigración es la incomodidad del PP andaluz. Entienden que en toda esta polémica, Vox son los únicos que ganan algo. Los próximos 7, 8 y 9 de noviembre, el PP andaluz celebrará su 17 Congreso Regional que pretende ser el último impulso a los afiliados para la inminente campaña electoral. La ponencia política se está redactando todavía y quedan muchos flecos por negociar. Pero ya hay una cosa bastante clara: no se hablará de inmigración más allá de los imprescincible. “Queremos una inmigración ordenada y que aporte”.
Y, ahora, el “síndrome del postaborto”
La polémica abierta por el PP de Madrid, en este caso el alcalde de la ciudad, también resulta desagradable a los populares andaluces. El Ayuntamiento ha asumido los postulados de Vox sobre lo que han llamado “síndrome del postaborto” que, sin ninguna base científica, significa que las mujeres que abortan no pueden dormir y sufren trastornos tan graves que pueden llevar al alcoholismo. Para evitarlo, los técnicos municipales deberán informar de eso a las mujeres que expresen su deseo de abortar. Una práctica que toda la oposición considera “acoso” y que ha generado un importante rechazo. En Andalucía, la respuesta a qué les parece pasa por aducir que no tienen información suficiente.
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