Andalucía

Los límites de la pelea por la vida

Los médicos luchan a diario por la vida de los pacientes con sus conocimientos y el arsenal que les da la ciencia. Pero a veces, por el bien de los enfermos, tienen que poner límites a esa pelea para no caer en el ensañamiento terapéutico y, simplemente, dejarlos morir en paz. "Cuando tomas esa decisión es porque has peleado todo lo que podías, has agotado los tratamientos eficaces y es mejor no seguir", reflexiona un pediatra que admite que los casos de niños son más difíciles. "Es más fácil tomar esa decisión con un paciente de 80 años que con un chaval de 15", afirma.

El caso de Andrea, la niña gallega de 12 años que padecía una enfermedad neurodegenerativa y que falleció hace unos días después de que sus padres batallaran para que tuviera una muerte digna, ha vuelto a poner sobre el tapete un viejo y recurrente debate: ¿cuáles son los límites de la pelea por la vida? El problema es que no es una frontera fija, sino que varía según las creencias religiosas, los valores, los preceptos morales y los conocimientos científicos, entre otros parámetros.

"Los conflictos con los familiares suelen ser por lo contrario que el caso de Andrea; porque quieren más tratamientos y tienes que explicarles que no van a servir para salvar al paciente y van a aportar más toxicidad", explica un facultativo. "Pero si hay un tratamiento que crees que puede salvarle la vida, lo utilizas", añade.

Rafael Gómez, responsable asistencial de Cudeca, una institución que atiende a pacientes terminales, cree que las disposiciones legales que se han ido aprobando en los últimos años facilitan la toma de decisiones: "el documento de voluntades anticipadas es muy útil. Pero eso no se hace en un momento. Es un proceso. Haciéndolo bien es la expresión de tus valores. Lo ideal es que se usara más, todavía su uso es mínimo, pero ayuda".

La Junta de Andalucía aprobó en 2003 la Ley sobre Voluntad Vital Anticipada y al año siguiente, el decreto por el que se creó su correspondiente registro. Para Gómez, una ley nacional que homogeneizara los cuidados paliativos sería un paso importante.

El conflicto se presenta cuando el paciente no está consciente o no puede expresarse y los médicos se encuentran a veces con que los pacientes o los familiares reclamen tratamientos a toda costa para salvarles la vida.

Otras veces, el problema es al contrario. Es el caso de los testigos de Jehová, que rechazan algo tan básico como una transfusión que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. En casos de menores que profesan esa religión, siempre dirime un juez. Y la respuesta judicial suele ser que se haga lo que marque el criterio médico.

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