Prostitución homosexual

Encarcelado un proxeneta que traía latinoamericanos con la promesa de triunfar en el fútbol

  • Los jóvenes vivían "aislados y hacinados" en la sierra de Cádiz y el proxeneta les trasladaba a lugares de encuentro homosexual remotos y desconocidos para ellos

Campaña con motivo del Día contra la Explotación Sexual

Campaña con motivo del Día contra la Explotación Sexual

El juzgado de Ubrique decretó este viernes prisión sin fianza para Juan Luis M.J., acusado de traer a España a jóvenes de Argentina y Colombia con la promesa de que triunfarían en el fútbol profesional pero, una vez aquí, les forzaba a prostituirse y a mantener relaciones sexuales con otros hombres.

El encarcelado ha sido acusado de delitos de trata de seres humanos con fines de explotación sexual y prostitución coactiva. En la causa existen cinco testigos protegidos, uno de ellos menor de edad, a los que el acusado quitaba su pasaporte, les retenía sus salarios y les cobraba el 50 % en concepto de comisión cuando alguno de los jóvenes conseguía clientes por su cuenta, según el auto de prisión al que tuvo acceso este periódico.

Dice el juez que Juan Luis se aprovechaba de los chicos y “su interés por venir a España y triunfar en el fútbol, con falsas promesas incumplidas sistemáticamente desde que pusieron sus pies en España”. De esta forma, los jóvenes eran “sacados de su contexto de seguridad, situándolos en una situación de desprotección y desarraigo que favorece el sometimiento al tratante y haciendo posible su explotación”.

Una de las víctimas relató que llegó a viajar a Murcia para supuestamente jugar en un equipo de Segunda División. Otros dos acusados como “captadores”, José I. y Daniel I., también comparecieron este viernes en el juzgado y quedaron en libertad.

El auto cita el atestado policial según el cual los testigos protegidos comenzaron negando los hechos “por el pudor propio al tratarse de relaciones homosexuales”, pero los reconocieron en su segunda declaración. Uno de ellos afirmó que accedió a prostituirse “obligado por la situación de hambre que estaba pasando debido a la escasez de alimentos” que el acusado les proporcionaba.

Los jóvenes vivían "aislados y hacinados" en una vivienda de la sierra de Cádiz y eran conducidos por Juan Luis a “zonas remotas, pinares, playas desconocidas para ellos y en ocasiones de difícil acceso y difícil retorno a su vivienda si tuviesen que hacerlo por su cuenta”.

Además se aprovechó de “la situación de extrema vulnerabilidad” de las víctimas, “producto de la experiencia de sus vidas” pues en sus declaraciones contaron que habían participado en peleas callejeras a cambio de dinero, el asesinato de algunos de sus familiares por paramilitares, las amenazas de los prestamistas colombianos que les proporcionaron el dinero para viajar a España, el “engaño evidente por parte de sus captadores, iniciado en Colombia y materializado en España”, y la “constante intimidación por parte de los investigados, que les reclamaban dinero a ellos y a sus familiares en Colombia”.

Todo ello “explica el miedo de las víctimas, su comportamiento errático y la reserva inicial mostrada en sus primeras declaraciones”.

Juan Luis gestionaba una plataforma web de encuentros sexuales, llevaba a los chicos a lugares habituales de encuentro entre hombres para que mantuviesen relaciones a cambio de dinero y también recibía encargos de clientes que le requerían para que llevase a su domicilio “a uno de los jóvenes e incluso a veces dos”.

Los testigos relataron que no conservaban el dinero que obtenían, que debían entregar a Juan Luis inmediatamente después del encuentro, y si mantenían alguno no gestionado por él, les reclamaba una comisión del 50%.

Tras abonar "un precio excesivo por los trámites previos a su viaje España”, el encarcelado les reclamaba, una vez en nuestro país, "cantidades de dinero por gastos que arbitrariamente imputaba a los jóvenes”. Estos, además, pagaban una mensualidad en concepto de alojamiento y manutención “para vivir todos hacinados en una vivienda, recibir escasos alimentos y tener que pedir comida a los vecinos y servicios sociales”.

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