Cuartos de final· Paraguay-España

De la maldición a la historia (0-1)

  • España se mete en semifinales al ganar a una rocosa Paraguay con un gol de Villa, el ya pichichi del Mundial. Casillas paró un penalti y Villar le detuvo otro a Xabi Alonso en la siguiente jugada. Espera Alemania.

¡La maldición ya es historia! La noche del 3 de julio de 2010 no será recordada como la del día en el que el enésimo golpe de mala suerte o alguien privó a una generación entera de ver a su país a un partido de llegar a la final de un Mundial. En el recuerdo quedará el gol de Villa que el palo esta vez no quiso rechazar sino que empujó hacia dentro; el penalti que paró Casillas que esta vez no se le escurrió a un portero español; y el empeño de un grupo con ganas de vencer a todo ese mal fario para seguir ilusionando a un país entero en su camino hacia la historia, la gloria y lo que sea que se sienta cuando se gana un Mundial.

España consiguió superar la barrera de los cuartos de final ante Paraguay después de 60 años y se mete por primera vez en la historia en las semifinales de una Copa del Mundo. Ya estuvo a punto de entrar en la final de Brasil 1950, pero por entonces no era el mismo formato. Después vinieron años de decepciones que hoy no tienen cabida, aunque hacen aún más dulce lo conseguido por los de Del Bosque. Y España superó esa barrera con justicia y mucho sufrimiento, mucho. Como debe ser. Con un juego poco lúcido, pero ¿qué más da a estas alturas?

Espera Alemania, para nada sospechosa de tender otra madeja como la que le ponen todos los rivales que con su talento no pueden superar al equipo español. El equipo de Löw tiene una similitud con España. Quiere jugar y ganar con lo que tiene, y encima es la que ha demostrado el mejor fútbol en este Mundial. Tampoco se le han puesto delante los mismos cerrojazos que a España. ¿Qué mejor manera de saber si eres la mejor del Mundo que medirse con los que mejor juegan ahora?

Fuera de la efeméride, la selección española volvió a decepcionar en lo que al juego se refiere, por lo menos en la primera mitad. Un tiempo entero para olvidar perdidos en la altísima presión física que desplegaron los paraguayos y la falta de apoyos de los españoles.

Cada vez que el balón le llegaba a Iniesta, Xavi, Villa o Torres, al menos dos jugadores encimaban haciendo muy difícil la progresión. A eso se le unía lo que pegaban, lo que  el árbitro guatemalteco Carlos Batres les permitía y la lentitud de Alonso en la circulación, que hacía más fácil el repliegue paraguayo en cada balón que pasaba por su pies. Encima Paraguay asustaba al contragolpe. Resultado: ni una ocasión clara y un gol anulado a Valdez por fuera de juego dudoso durante el primer acto.

La segunda mitad iba encaminada por los mismos derroteros hasta que se llegó a una tanda de penaltis improvisada en pleno minuto 60. Antes entraba Cesc por Torres, de nuevo muy insistente pero gris. En un córner lanzado desde la izquierda, Piqué agarraba con poco disimulo a Cardozo y el árbitro pitaba penalti. Era el momento del lamento, el del “¿otra vez lo mismo?”, el de un nuevo accidente que recordar de por vida. Casillas lo dejó en anecdota. El capitán de la selección -que no había aparecido como suele hasta ahora- adivinó el lanzamiento de Cardozo a su izquierda y rompió con el pesimismo histórico vengándose de los penaltis que habían privado a la selección de ir siempre más allá.

La cosa se iba a poner aún mejor en la siguiente jugada. Villa se marchaba solo y era derribado en el área cuando encaraba a Justo Villar. Del orden y la previsibilidad de la primera mitad a la locura. Xabi Alonso era el encargado de dar el golpe mortal a la moral paraguaya y lo hizo, pero Batres mandó a repetir el lanzamiento. Malo. En el segundo el meta guaraní calcó la parada de Casillas y el árbitro se comía un penalti más claro que el primero en el rechace a Cesc. La mala suerte volvía a aparecer y la moral mermada era de nuevo la española.

El partido estaba roto y la cordura no iba a volver, lo que beneficiaba igual que perjudicaba a los de Del Bosque. Quedaban menos de diez minutos y el pesimismo aparecía otra vez, pero apareció también Iniesta. Cogió una pelota a 15 metros del área, amagaba el pase, tumbaba a dos defensas y se metía hasta el borde del área. Tenía a Villa a la izquierda, pero se decidió por Pedro -que había entrado por Xabi Alonso- en la derecha. Lo dejaba solo ante Villar. Esa era, pero el balón se estrelló en el palo derecho de la portería paraguaya. ¿Otra vez? No, estaba Villa, que todo lo que toca lo mete. Tiró con la derecha, la pelota pegó esta vez en el palo izquierdo, en el derecho y entró. ¡Entró! Parecía increíble, pero el balón estaba dentro. Esta vez la oportunidad no se podía escapar.

Por detrás en el marcador Paraguay hizo lo que pudo. Balones al área, esperar un rechace y rezar. Dio sólo un susto: un disparo desde fuera del área que Casillas rechazó mal y que luego enmendó tapando rápido un tiro a Santa Cruz. Villa tuvo el segundo tras una jugada de Pedro, pero esta vez falló. Puyol se fue lesionado por Marchena. Tres de descuento y final. Por fin el final tantas veces deseado, sin maldiciones ni tonterías y España a seguir soñando y a alargar la historia que este sábado empezó a reescribir para enorgullecer a una nación.

0 - Paraguay: Justo Villar; Verón, Alcaraz, Da Silva, Morel; Barreto (Vera, m.64), Riveros, Víctor Cáceres (Barrios, m.84), Santana; Valdez (Santa Cruz, m.72) y Cardozo.

1 - España: Iker Casillas; Sergio Ramos, Piqué, Puyol (Marchena, m.84), Capdevila, Busquets, Xabi Alonso (Pedro, m.75), Iniesta, Xavi, Villa y Fernando Torres (Cesc, m.56).

Gol: 0-1, M.83: Villa.

Árbitro: Carlos Batres (GUA). Amonestó a Piqué (m.58), Cáceres (m.59), Alcaraz (m.59), Busquets (m.63), Morel (m.71) y Santana (m.87)

Incidencias: Partido de cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010 disputado en el estadio Ellis Park de Johannesburgo ante unos 55.000 espectadores. Antes de iniciarse el partido Justo Villar e Iker Casillas, capitanes de Paraguay y España, leyeron un manifiesto contra el racismo y la discriminación.

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