Flamenco

Yeli Yeli: los sonidos de la ciudad mestiza

El cantaor Álvaro Romero, uno de los invitados a la próxima Bienal, fotografiado antes de esta entrevista.

El cantaor Álvaro Romero, uno de los invitados a la próxima Bienal, fotografiado antes de esta entrevista. / Juan Carlos Vázquez

El currículum del cantaor Álvaro Romero habla de su "ansia caníbal por devorar conocimiento" y lo define como un "incansable picaflor, como el marica de Burroughs en mitad de una rave flamenca". Las descripciones de su biografía continúan: lo retratan como "un aviador kamikaze en caída libre", como el "Unabomber del flamenco 2.0". Quienes lo han visto subido a un escenario –en sus celebradas apariciones en el Monkey Week, por ejemplo– o quienes han seguido su trayectoria saben que ninguna de esas etiquetas le queda grande, que el intérprete de El Puerto de Santa María tiene el ímpetu de un terrorista o un suicida en su empeño por derribar muros, en la manera en que lleva el desgarro  de lo jondo al activismo. Romero alcanza de otros modos la belleza, y a veces también recuerda a un jardinero atento en los cuidados que prodiga a esa flor extraña que es su cante.   

El artista se formó en la escuela clásica, pero hace mucho que  se colocó en el bando de los impuros, de los bastardos o los mestizos, de quienes refuerzan su identidad en contacto con los otros. Tras Manifiesto, el disco que lanzó junto al malagueño Toni Martín, en el que daba voz a poetas homosexuales como Pedro Lemebel o Álvaro Prados, este creador inquieto se embarca ahora en otra alianza junto al productor lisboeta Pedro da Linha. Ambos entablan un diálogo donde entran en juego la música electrónica, el folclore luso y el flamenco, en el que la Chula, un baile del norte de Portugal, y los tangos que la Niña de los Peines dedicaba al monte Gurugú encuentran un parentesco inesperado. Pero Romero y Da Linha van más allá y observan cómo su criatura toma cuerpo con una mirada política: en el conjunto resuenan los ecos del Atlántico, del África colonial, de América del Sur, un viaje de ida y vuelta en el que se ponen de parte de los desclasados y los que habitan los márgenes.

Yeli Yeli, el apodo que ha elegido el tándem y título también del espectáculo, será una de las primeras propuestas que se verá en la Bienal de Flamenco, el 10 de septiembre a las 23:00 en el Teatro Alameda. "Estoy muy ilusionado, pero no puedo negar que ando nervioso", admite Romero ante el estreno de esta pieza, que más tarde irá al BAM Festival de Barcelona y tiene cerradas otras fechas en Holanda y Francia. "El público no conoce todavía el proyecto, tiene que abrir el programa para entender que somos Pedro y yo... Sé de gente a la que le interesará esta historia, sólo espero que se enteren de lo que estamos haciendo", dice, esperanzado y aún inseguro por la acogida que tendrá su nueva aventura, sobre su debut en la Bienal. "Me ilusiona mucho estar ahí, y que este año haya un cartel tan ecléctico, tanta diversidad, algo a lo que ayuda que Chema Blanco esté de director, pero que revela en todo caso que el flamenco está en un momento de transformación".

Álvaro Romero. Álvaro Romero.

Álvaro Romero. / Juan Carlos Vázquez

Romero y Da Linha trasladan a la música un concepto surgido en el ámbito de la arquitectura, New Babylon, una corriente que defendió un modelo de ciudad diferente, cercana a los parámetros de la utopía, donde la libertad y la creatividad se antojaban estados alcanzables para los hombres y las mujeres. Con su investigación en el folclore Yeli Yeli busca esas otras maneras de expresarse y de vivir, un territorio fértil donde todo parece posible. "Nos interesa, por ejemplo, lo que ha ocurrido con el kuduro, que nace en una colonia portuguesa como Angola, pero que al pasar a Europa, a Lisboa, se convierte en el kuduro progresivo y adquiere otro color. Nos preguntamos también qué le sucede al flamenco cuando se relaciona con la gente de América del Sur", analiza Romero, que en la ciudad imaginaria que levanta junto a Da Linha homenajea a los "gitanos, los negros, los migrantes, los que se instalan en un sitio y al traer sus músicas de origen están creando en su nuevo destino un sonido distinto". El mestizaje, de nuevo, la bendita impureza.

El cantaor pudo comprobar la sintonía con Da Linha, uno de los nombres destacados de la escena musical portuguesa, en un encuentro en el festival MIL Lisbon. "Nos proponíamos cosas y todo fluía, fue muy enriquecedor", recuerda el portuense, orgulloso de estar recorriendo una senda "muy diferente" a la que transita con RomeroMartín. "La producción de Pedro va por otros lados. Él usa sonidos muy orgánicos, ritmos muy afros, que encajan muy bien dentro de mi visión del flamenco", expone. La colaboración ha trastocado su modus operandi: "Antes, en un trabajo como Manifiesto, partía de las letras, mi prioridad era el texto, aquí es la melodía a la que damos peso". 

Álvaro Romero y Pedro Da Linha, en una imagen promocional de Yeli Yeli. Álvaro Romero y Pedro Da Linha, en una imagen promocional de Yeli Yeli.

Álvaro Romero y Pedro Da Linha, en una imagen promocional de Yeli Yeli.

Al lado del lisboeta ha confirmado una intuición que le avergüenza: "A los españoles nos falta curiosidad por la cultura portuguesa, esa es la verdad. Ellos conocen mejor lo que hacemos en España, pero nosotros no nos preocupamos por ver qué hay al otro lado de la frontera. En este tiempo he descubierto la música portuguesa de raíz, una riqueza extraordinaria que va más allá de los fados que conocemos, y me he topado con un repertorio muy bonito, muy interesante. Sorprende que los dos países estemos tan cerca y a la vez tan lejos", concluye con pesar.              

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