Bienal

David Coria comparte con el público sus procesos creativos en ‘De lo humano’

  • El bailaor desvela el miércoles en el Central, con un 'work in progress', algunas claves de su próxima obra

David Coria, fotografiado en el Centro de Cerámica Triana, la oficina permanente de la Bienal.’

David Coria, fotografiado en el Centro de Cerámica Triana, la oficina permanente de la Bienal.’ / Juan Carlos Vázquez

David Coria puede presumir de haberse labrado una carrera asombrosa: aprendió de maestros como José Granero, Aída Gómez o Eva Yerbabuena, formó parte del Ballet Nacional de España o el Ballet Flamenco de Andalucía, bailó para Rafaela Carrasco, Estévez y Paños o Rocío Molina, y, ya en solitario o en alianza con otros creadores, como en el tándem que montó con David Lagos (¡Fandango!, Premio de la Crítica en el Festival de Jerez y al mejor espectáculo en la Bienal), acostumbró al público a su dominio de la técnica y su carisma. Pero, pese a su preparación, cada reto tenía un componente de incógnita: el bailaor, hasta ahora, salía al escenario en los estrenos a tientas, sin ninguna certeza de cómo encajarían los espectadores sus propuestas. En esta ocasión la Bienal de Flamenco le da la oportunidad de calibrar la recepción que tendrá su futuro espectáculo gracias a un work in progress que presentará este miércoles, a las 22:00, en el Teatro Central, De lo humano, una pieza en la que dará vida a las "contradicciones" del alma, un viaje que alterna "lo rudo" y "lo sensible" y donde cohabitan "la violencia con la caricia y el gesto más frágil, todo eso que somos", adelanta el intérprete.

Esta coproducción de la Bienal con el Théâtre de Nimes, la Biennale de la Danse de Lyon y el Festival de Itálica –en el Teatro Romano se verá la pieza terminada este verano– permitirá a Coria comprobar "el feedback" con que le responde el auditorio, "apreciar cómo llegan los mensajes que lanzo", explica el bailaor. "Será como pisar un territorio inestable desde el que trabajar en serio. No pretendo ofrecer un espectáculo cerrado, entregar las llaves de una casa acabada hasta el último detalle. En Itálica habrá más músicos y más bailarines, aunque aquí mostraré, por decir un porcentaje, un 80% de la obra. Mi vida es esto, es el baile, y lo vivo intensamente haga lo que haga", comenta Coria. Chema Blanco, el director de la Bienal, admite que habría querido incluir en la programación más works in progress, "asistir a más procesos creativos" de otros intérpretes, pero "David fue el valiente que dio un paso adelante".

El artista siente que la veteranía "es un grado. Yo siempre he tenido respeto y amor por mi oficio, pero con los años uno se amansa, llega a un equilibrio", reflexiona. "Poco a poco te vas entendiendo a ti mismo. Mi mente es caótica, y ahora lo acepto sin las tensiones de antes, hoy comprendo de dónde me viene la inspiración. Ya no tengo ese miedo que me llevaba a enfrentarme de manera rígida a las cosas". Piensa mucho, dice, en los "referentes" que le han marcado. "Gades, por ejemplo. Puede parecer que mis trabajos no tienen muchos vínculos con lo que él hacía, porque él manejaba conceptos de su tiempo, pero hay algo en lo que sí coincidimos, en el interés en la raíz", sostiene el sevillano.

En el anticipo que hará, Coria se apoya en los cantaores David Lagos, Tomás de Perrate y Pepe de Pura, "voces muy distintas, una ágil, otra potente, otra delicada", en el espacio sonoro que ha diseñado Artomático y la luz que propone Gloria Montesinos. "Pero no quiero hacer mucho spoiler", afirma, mientras se reserva para que el público acuda a esta experiencia sin mucho conocimiento. Para el estreno en Itálica ampliará tanto el cuerpo de baile como el conjunto de músicos. "Tengo la suerte de trabajar con gente fantástica. Tiraré de Paula Comitre, de Florencia Oz y de Isidora O’Ryan, entre otros... Es un privilegio que artistas así quieran colaborar conmigo. Si tuviese un presupuesto infinito, los seguiría llamando, no buscaría a otros, porque ellos son muy grandes". Antes del reencuentro, este miércoles, David Coria bailará en solitario, pero su cuerpo y su mente guardan –lo sabe él ya– un arsenal de recursos para expresar las luces y sombras de lo humano.

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