David Lagos | Crítica

Chacón el moderno

David Lagos durante su presentación en el Teatro Alameda.

David Lagos durante su presentación en el Teatro Alameda. / Mauri Buhigas/La Bienal

Hodierno es un espectáculo de flamenco tradicional. Que indaga en el cancionero clásico del flamenco que, gozosamente, quedó registrado en las grabaciones de las primeras décadas del siglo XX. Estas han sido las fuentes en las que bebe Lagos de manera que Hodierno sigue la línea de propuestas anteriores del jerezano. Con algunos apuntes propios como la letra del Pregón del miedo que hizo en solitario, uno de los momentos más emotivos de la noche. Las músicas y las letras de Hodierno las firman Antonio Chacón, Enrique el Mellizo, El Garrido, Pepe Marchena, Antonio Mairena o Enrique Morente. Aunque la obra incluye un saxofonista y un músico electrónico, la aportación de estos es puramente epidérmica. Crean un ambiente interesante en el poderoso Romance de la monja a la fuerza que es, música y letra, una de las composiciones más conmovedoras de la historia de la música española, que hunde sus raíces en la Edad Media. También en la malagueña podemos ver cómo Lagos ha enmarcado los cantes de Chacón y El Mellizo en un espacio sonoro envolvente, tenebroso. En la caña ha querido buscar el cantaor las conexiones de este palo con los fandangos malagueños. Aunque quizá el momento más emotivo de la noche fue la soleá de Triana en versión marchenera, tan solemne como íntima con un poderoso Alfredo Lagos que ofreció, además, un instrumental muy bello. El acompañamiento del saxo en este cante remite a la música impresionista que se escribía en Francia al tiempo que en Triana se componían estos cantes. En la liviana sigue David Lagos la tradición mairenista para rematar la jugada con la mariana del Garrido y los tangos. La entrega del cantaor jerezano fue total, demostrando que es uno de los grandes intérpretes flamencos del momento, por convicción y por facultades, aparte del sobrado conocimiento del legado clásico que atesora. Lagos demostró encontrarse en un gran estado de forma con una voz redonda, madura, fresca y plena de armónicos. Sin arcaísmos, desde el corazón.

La modernidad a la que alude el título de esta obra es la que se deriva precisamente de la frescura de la voz de su autor. Y, lógicamente, la que siguen aportando los prodigiosos melismas de Chacón ya que toda la teoría estética del siglo XX, desde los formalistas rusos a Harold Bloom señala en la capacidad de producir extrañamiento la pertinencia del arte. Y, en efecto, las composiciones de Chacón aún nos conmueven de esa manera, todavía tienen ese poder, 120 años más tarde. Los arreglos de saxo y electrónicos suenan más convencionales, más consabidos, más predecibles. Porque hay jóvenes que envejecen muy deprisa.

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