Cultura

Buen baile y algunas promesas sin cumplir

Grito. XVI Bienal de Flamenco. José Maya y Alfonso Losa. Baile: José Maya y Alfonso Losa. Cante: José Anillo, Encarna Anillo, Antonio Ingueta, Juañares. Guitarra: Pino Losada y Carlos de Jacoba. Percusión: Lucky Losada. Lugar: Teatro Central. Fecha: Sábado, 18 de septiembre. Aforo: Casi lleno.

El baile siguió anoche en manos de los jóvenes. En esta ocasión, de dos madrileños que, tras compartir maestros -los mejores- , bailar en otras compañías y recibir numerosos premios, han dedicido unir esfuerzos y emprender un proyecto común.

Grito, que así se llama su trabajo, presentado en la pasada Suma Flamenca de Madrid, es un intento de adaptarse a un formato más actual de espectáculo flamenco. Para ello, Maya y Losa se rodean de diez jóvenes vestidos de negro y abren el espectáculo con un auténtico bombardeo de imágenes en las que confluyen Fidel Castro y el Ché con Bush o Franco, la base de Guantánamo y las persecuciones nazi... Una clara invocación a la sociedad violenta en la que vivimos, a un alegato que luego se queda sin desarrollar puesto que lo que sigue no es más -ni menos- que una sucesión de bailes a la manera tradicional y con algunos decibelios de más, aunque con el adorno esporádico de los diez jóvenes evolucionando por la escena.

Y entrando ya en ese mano a mano bailaor, bastante medido en tiempo, hay que decir que los dos hicieron gala de un buen baile. Alfonso Losa bailó una farruca que comenzó con bastón y siguió de forma asentada, demostrando su bunea colocación, y adornándola con una gran cantidad de giros y piruetas, fruto de una técnica bien aprendida. Le siguió Maya, con traje de chaqueta rojo, por soleá. Fue lo mejor de la noche ya que, además de su gran técnica y su velocidad de pies, lució la flexibilidad de su cuerpo y su gracia en los marcajes antes de desbordarse en los remates para contento de sus seguidores. A continuación, Losa de blanco y también por soleá. Bueno su baile, aunque a veces sus contenidos no fluyen como debieran. Apenas si levanta la mirada del suelo. Al final, los dos juntos, rodeados por los cantaores, intentan teatralmente acallar el grito. Un grito que no habíamos escuchado.

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