Bienal de Flamenco

Puertas abiertas a Camarón

  • El público se recreó en el nuevo auditorio Fibes en un espectáculo donde brillaron Arcángel y Duquende.

"Camarón ha abierto tantos caminos que si había que inaugurar un nuevo espacio en esta Bienal, estaba claro que le tocaba a él ser el protagonista". Con estas palabras, la directora del festival flamenco Rosalía Gómez celebró el encuentro del público con una obra arquitectónica de enorme magnitud y, a su vez, de los aficionados con el eco de José Monge Cruz, ese genio que se fue hace ahora 20 años, demasiado pronto.

El de La Isla, que sigue bien presente para sus compañeros de entonces, como aseguraron Diego Carrasco o Remedios Amaya sobre el escenario, y para esas generaciones que nunca tuvieron la suerte de verlo en directo, convocó ayer a unas 3.000 personas -el espacio tiene cabida para 3.500- en una velada con aires de celebración y fiesta. De encuentros. De caras tan conocidas como la Duquesa de Alba. De estrechar lazos entre aquellos que iniciaron el proyecto -estaba presente el anterior regidor Alfredo Sánchez Monteseirín- y los que lo han visto culminado. El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, arropado por los miembros de su equipo de gobierno, declaró a este medio que el nuevo Fibes "es un espacio estratégico para la ciudad y ponerlo al servicio de la Bienal de Flamenco es muy importante y me parece un acierto".

Zoido, que se declaró "camaronero, como tantos y tantos", consideró que el espectáculo que alzó el telón del edificio diseñado por el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, Camarón 20 años, "es un buen recuerdo para él y su familia".

Numerosos parientes del cantaor llegaron desde La Isla para participar en la propuesta, con dirección musical de Tomatito, Paquete y Luis Monge, el hijo de Camarón. Una velada donde la emoción y los recuerdos se vieron empañados por un irregular sonido y una errática dirección escénica. El jerezano Diego Carrasco abrió la función acompañado por una banda de nueve músicos y, sobrado de compás, evocó la figura del cantaor "y de mi hermano Morao". Una versión coral de Rosa María dio paso a la sevillana Remedios Amaya, que acompañada a la guitarra por Raimundo Amador, elevó los decibelios de la sala. "Él será el más grande por los siglos de los siglos del cante gitano", defendió la cantaora. Raimundo regresó a los días de Pata Negra con intensas versiones de Lunático y Camarón.

El baile de Paloma Fantova y los cantes de La Susi fueron el preludio de Duquende, que logró evocar el quejío del genio y su actitud por cartageneras y cantes de Levante. Con el onubense Arcángel y la guitarra de Miguel Ángel Cortés llegó la medianoche y la confirmación de que son muchos los que encontraron en Camarón un maestro que, veinte años después, les sigue abriendo caminos.

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