Cultura

¿Y el fandango histórico?

Las idas y las vueltas. Viola da gamba y dirección: Fahmi Alqhai. Cante: Arcángel. Guitarra: Miguel Ángel Cortés. Percusión: Agustín Diassera, Pedro Estevan. Soprano: Mariví Blasco. Viola da gamba: Rami Alqhai, Johanna Rose. Guitarra barroca: Miguel Rincón. Violone: Juan Ramón Lara. Flautas de pico: Vicente Parrilla. Baile: Patricia Guerrero. Lugar: Real Alcázar. Fecha: Martes, 4 de septiembre. Aforo: Casi lleno.

Si la intención era profundizar en el amplio y desconocido mundo de las músicas preflamencas, el experimento resultó fallido. Apenas en la guaracha-guajira se armó un tema propiamente dicho. El ritmo amalgamado y los tonos mayores sirvieron de vehículo común para articular una composición mexicana del siglo XVII con otra española de principios del XX, la guajira de Escacena. El resto consistió en la yuxtaposición, más que diálogo, de composiciones barrocas y otras del siglo XX, con sus muy distintas inspiraciones e intenciones: Luis de Milán y Chacón, Las morillas de Jaén y los jaleos extremeños. Una feliz consecuencia de esta idea, acaso lo más feliz de la noche, fue escuchar a Fahmi Alqhai enlazar variaciones por seguiriyas. Acaso la viola da gamba fuera uno de los pocos instrumentos que le quedaba al flamenco por incorporar. Por supuesto que Arcángel cantó divinamente: por vidalitas de Marchena-Morente, por guajiras de Marchena-Luquitas-Niña de la Puebla, con su estribillo a dos voces y todo, por alegrías, por seguiriyas. Nos bebimos con fruición su cante porque sabemos que será el único componente de esa generación maravillosa y carismática que ahora está en la plenitud de su arte, que en su día nombré como Nueva sensibilidad flamenca, que estará presente en esta Bienal. Me refiero a los Martín, Poveda, Estrella. Por otra parte, es extraño e incomprensible que Arcángel no presente un espectáculo con su propia compañía en la Bienal desde hace cuatro años. La mezcla de lo jondo con la música académica de todo tipo, desde la andalusí hasta Mauricio Sotelo, no ha pasado, hasta ahora, de ser un juego amable. Eso sí, con instrumentistas de primera.

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