Crítica de Cine

Animación de molde, aventuras con GPS

Con el título de "película de animación española más taquillera de todos los tiempos" y la elefantiásica campaña de promoción de Mediaset que la acompaña, la franquicia de Tadeo Jones se cobra su segunda aventura con unos mismos ingredientes spielbergianos de segunda mano, unos mismos trazados al gusto neutro internacional y algunos apuntes locales que, más que nacionalizar la identidad del producto, lo lanzan a un festival de tópicos folclóricos y turísticos propios de la peor españolada.

Enrique Gato y su equipo de Lightbox vuelven a embarcar al peón (americano) con ínfulas de arqueólogo en una peripecia heróico-romántica en la que, como no podía ser de otra forma, los personajes secundarios se reservan el rol de bufones con los mejores chistes y gags, no por excesivamente originales y repetitivos menos efectivos, a tenor de las sonrisas de la chavalería y acompañantes adultos.

El perro baboso, el loro y la momia parlante compensan la falta de carisma de Tadeo

Así, el loro con sus carteles, el perro baboso y la momia parlante y metepatas compensan sobremanera la falta de carisma e identidad animada de Tadeo y su pareja femenina, esta última diseñada con tanta desgana que se diría de puro plástico.

Con todo, los estándares de producción y acabado digital rinden al nivel de cualquier producto de Hollywood, lo que, unido a la linealidad y la familiaridad blanca de la aventura, la matraca sinfónica de manual y la cancioncilla de marras de Bisbal, garantiza unas prestaciones de taquilla aquí y allá donde compren el producto.

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