Crítica de Cine

Convencional retrato de un poco convencional personaje

Touko Valio Laaksonen, conocido como Tom de Finlandia, fue un dibujante que alcanzó cierta popularidad y reconocimiento por sus obras que representaban un relativamente nuevo modelo -hombres musculosos medio vestidos con ropas de fantasía militar (incluidos símbolos nazis), policial, obrera o vaquera en parte inspirados en la consolidada estética de cuero sadomasoquista- de gran influencia en el proceso de visibilización de una homosexualidad hipervirilizada y no afeminada.

De alguna forma importaba al universo gay las pin-ups de los dibujos y fotos de entre los años 30 y 50, como si fuera un Alberto Vargas, el más famoso dibujante erótico de las explosivas mujeres que figuraban en los fuselajes de los aviones en la Segunda Guerra Mundial, portadas de revistas, juegos de cartas o calendarios. Una versión comercial de los dibujos de Tom de Finlandia fue el grupo Village People, hábil invención en 1977 de un productor discográfico destinada -no sólo pero sí sobre todo- al público homosexual, y su representación directa en el cine (hay precedentes indirectos como el súper macho Brando con la gorra y la chupa de cuero de motero en Salvaje) fue obra de Friedkin en Cruising (A la caza, 1980), relacionándolo con un asesino en serie y ambientes sórdidos, lo que provocó numerosas protestas de colectivos gay. Hubo que esperar a Querelle de Fassbinder (1982) para que esta estética fuera tratada con altura cinematográfica.

Este es Tom de Finlandia, personaje complejo que aúna el combatiente heroico en la Segunda Mundial con el luchador por los derechos de los homosexuales y el artista que consagró un tipo y una estética de gran influencia en la iconografía gay. Sus obras, bastante toscas, han recibido un reconocimiento en el que es difícil discernir qué parte tiene el mérito artístico, la reivindicación homosexual y el mercado. El finlandés Dome Karukoski ha realizado un correcto biopic sobre este incorrecto artista. Y este es el mayor problema de la película, ser muy convencional en su retrato de tan poco convencional personaje; tal vez, por razones comerciales, para no molestar demasiado al gran público; tal vez, por razones pedagógicas, para dar a conocer al personaje a audiencias mayoritarias; tal vez, por ambas razones y desde luego por evidentes limitaciones creativas del director, sólo en parte compensadas por la buena interpretación de Pekka Strang.

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