Crítica 'Astérix: La residencia de los dioses'

Galia contra la romanización

Astérix: La residencia de los dioses. Animación, Francia, 2014, 87 min. Dirección: Louis Clichy, Alexandre Astier. Guión: Alexandre Astier. Música: Philipe Rombi.

La saga de Astérix estaba pidiendo a gritos un salto adelante hacia la animación digital tridimensional después de todos esos títulos de carne y hueso de la pasada década (Juegos Olímpicos, Al servicio de su Majestad, Misión Cleopatra) sobreproducidos a mayor gloria del exceso de cartón-piedra, el reparto de estrellas del cine francés y un Gérard Depardieu en sus horas más bajas (¡y a dieta!) como el forzudo Obélix.

Un salto necesario además porque ninguna otra estética más adecuada que la animación para llevar al cine más fielmente la elasticidad y el espíritu de cartoon loco y salvaje de las aventuras creadas en papel por Uderzo y Coscinny allá por 1959.

Esa película ya está aquí, y no sólo nos confirma que la eterna batalla entre los romanos y los irreductibles galos nació para verse en estas texturas fotorrealistas y para hacer despegar y volar en todas las direcciones y dimensiones a unos y otros a tortazo limpio, sino que apuesta además por una actualización de las viejas cuitas por la independencia y contra la invasión del extranjero a partir del guiño contemporáneo a asuntos como la globalización, el turismo, la vida burguesa, la realidad multicultural y demás temas de hoy, incorrección política incluida, que se mezclan con el humor blanco y elástico de la saga con absoluta fluidez y mejores resultados para satisfacer a públicos de todas las edades.

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