Crítica de Cine

Quinta entrega de una saga basura

Kate Beckinsale vuelve a interpretar esta irritante historia.

Kate Beckinsale vuelve a interpretar esta irritante historia.

En 2003 Len Wiseman debutó como realizador con Underworld, una basura con tal éxito que 13 años y cinco títulos después tiene una legión de admiradores y sigue produciendo millones. Wiseman dirigió las dos primeras y produjo las otras tres, dirigidas por Patrick Tatopoulos (tercera), Mans Marlind y Bjorn Stein (cuarta) y Anna Foerster (esta quinta entrega que ahora nos aflige). Así están las cosas. Las luchas entre vampiros y licántropos, con intervenciones humanas, se ha estirado como un chicle capaz de seguir haciendo pompas en taquilla por muy poco sabor que tenga y muy mascado que esté.

Mi simpatía por las antiguas series B o Z (debo grandes tardes en cines de barrio a Amando de Ossorio, por ejemplo) radicaba en su modestia y falta de pretensiones. Esta otra basura de luxe irrita porque es cara y no tiene gracia.

Dirige la cosa una experta en efectos especiales y realizadora televisiva salida de la factoría Emmerich. Da igual que tras la cámara esté ella, Tatopoulos o Wiseman (que es en realidad quien manda siempre) porque esto no es cine sino un videojuego proyectado en pantalla grande.

Sigue interpretando incansablemente a la protagonista Kate Beckinsale. Vista su escuálida filmografía, en la que apenas hay un par de títulos de interés, no es de extrañar que renueve entrega tras entrega porque entre una y otra lo que rueda -salvo la apreciable Amor y amistad- son otros churros como The Dissapointment Room, Absolutamente todo o Asylum. Gustará a los suyos, claro. Hasta las Campos tienen su público.

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