En este recién iniciado verano de calor y secuelas llega la segunda parte de uno de los más inesperados éxitos de los últimos años, la comedia Resacón en Las Vegas. De alguna manera, este film fue la culminación de un cierto estilo que se ha impuesto en la comedia americana actual. La industria se ha dado cuenta que esos adolescentes de los 90 que crecieron con American Pie y sucedáneos se han convertido ya en treintañeros que demandan otro tipo de risa. Judd Apatow es el rey de esta tendencia, aunque Resacón en Las Vegas se le escapó. Era un film que mezclaba con habilidad las taras de una generación que se niega a crecer -aunque tal y como está el mundo, poco hay que reprocharles, la verdad-, humor gamberro en la tradición de la comedia adolescente, pero adobado con un guión más inteligente de lo normal que enganchó con los espectadores de todo el planeta. Como todos las leyendas de los filmes sorpresivos, contaba con un reparto de ilustres desconocidos, como Bradley Cooper, Ed Helms o el barbudo Zach Galifianakis, convertido en una de las estrellas de la comedia cinematográfica, pues ya era un reconocido humorista en el circuito de los monologuistas de Estados Unidos. Todos ellos y el director Todd Philips se encontraron con una recaudación planetaria de unos 470 millones de dólares, como si los buenos tiempos de Spielberg y Lucas hubiesen vuelto.

Como es de esperar en estos tiempos voraces, sólo dos años ha tardado la preceptiva secuela en presentarse ante nosotros, corriendo el lógico riesgo de que la atinada fórmula del primer Resacón en Las Vegas se convierta en rutina y pierda su frescura y su capacidad de impacto. Así que para disimular que todo cambia para que todo siga igual, se traslada la acción a Bangkok, en Tailandia. Pero la estructura es la misma. Ahora es Stu, que ha arreglado su dentadura desde la primera aventura, el que pasa por la vicaría. Lo que pasa es que en vez de elegir la ciudad de los clones de Elvis Presley y los casinos se va un poco más lejos, a Tailandia. Pero ocurre lo mismo. Se van de juerga una noche con el futuro cuñado de Stu y a la mañana siguiente, en plena resaca, ha desaparecido. De nuevo deberán reconstruir lo pasado teniendo en cuenta las pistas que tienen, algunas de ellas bastante fuertes, como que Stu amanezca tatuado o Alan esté completamente calvo. Aparecerán en esta aventura postalcohólica viejos conocidos de la primera parte, como es el caso del gángster Leslie Chow y habrá nuevos personajes, como será otro mafioso que persigue a Chow y se mezcla con nuestros amigos, deseoso de coger económico en la confusa historia de los nuevamente atribulados juerguistas. Le da vida uno de los mejores secundarios americanos del momento presente, Paul Giamatti.

Resacón 2, ¡ahora en Tailandia! tiene ante sí el difícil reto de superar lo conseguido por la primera parte de estas juergas desmadradas, incluyendo un Globo de Oro a la mejor comedia en su momento. Sólo queda confiar en que no se imponga la habitual avaricia de los mercaderes de Hollywood y esta prometedora serie no acabe degenerando con secuelas en todas las partes del mundo.