Beckett | Estreno en Netflix

Un hombre negro en Grecia

Una imagen de 'Beckett', protagonizada por John David Washington.

Una imagen de 'Beckett', protagonizada por John David Washington.

Producida por Luca Guadagnino, Beckett es una de esas películas ridículas que nos hacen preguntarnos qué tipo de guiones y productos consiguen hoy el visto bueno de plataformas como Netflix. Todo en ella, desde esos primeros diez minutos de tedioso pasteleo romántico en las ruinas del Norte de Grecia entre John David Washignton (Tenet) y Alicia Vikander, se precipita inevitablemente por la pendiente del disparate argumental con una mezcla de elementos hithcockianos de saldo, acción física ortopédica y risible complot político rodados con tanta torpeza y fealdad que se diría que estamos ante una tomadura de pelo.

Nuestro protagonista, de vacaciones con su novia, topa con el sitio justo en el momento equivocado tras un accidente de coche, disparadero para una atropellada huida y persecución por montes, carreteras, trenes y coches hasta llegar a una Atenas en plena revuelta. En su periplo, el azar y los caprichos se suceden sin diferencia, y con ellos deberemos acompañarlo con más paciencia que expectación en su escapada de los malos locales y los supuestos buenos diplomáticos.

El debutante Ferdinando Cito Filomarino lo filma todo como si estuviera haciendo unas prácticas no remuneradas y obliga a Washington a arrastrarse literalmente por el paisaje con cara de estreñimiento, mientras que nuestra querida Vicky Krieps hace mutis por el foro en uno de esos papeles-cliché que sólo se justifican por el rodaje vacacional. Los apuntes sobre las últimas crisis griegas, la geopolítica internacional y la escuálida figuración revolucionaria de ida y vuelta hacen que cualquier película de Costa-Gavras parezca una gigantesca obra maestra.