Belleza eterna | Estreno en Movistar+

Al otro lado de la cordura

Sally Hawkins y David Thewlis en una imagen de 'Belleza eterna'.

Sally Hawkins y David Thewlis en una imagen de 'Belleza eterna'.

Inédita en la cartelera española, Belleza eterna se propone como un relato iconoclasta sobre la locura (esquizofrenia paranoide) de una mujer para situarse en un extraño lugar intermedio entre el Alan Clarke de Rita, Sue y también Bob y una cierta estética pop y colorista deudora del universo Wes Anderson que suaviza y satiriza toda superficie realista made in Britain para intentar inscribir las propias dinámicas mentales de su protagonista, una mujer cuyo trauma se remonta a una boda frustrada en el mismo altar y al desencanto en su carrera juvenil como miss, en su estructura y su constante juego de entradas, salidas y saltos temporales entre el presente y el pasado.

Sostenida por la fragilidad quebradiza y auténtica de Sally Hawkins (Happy-go-lucky, Maudie, La joven del agua), a la que Morfydd Clark presta sus años de juventud, Belleza eterna reconstruye los fragmentos y proyecciones de una psique confusa y alterada, la manera en que esta percibe el mundo y, muy especialmente, a los suyos, una prototípica familia británica igualmente marcada por el rastro genético de la enfermedad, los secretos, las rencillas y la desgracia. Y lo hace sobre las bases del humor negro y las oscilaciones tonales, clave esencial para descargar el drama hacia un territorio que, no por ligero, deja de observar con cercanía a sus personajes, de la madre a las hermanas, del amante que encarna con luminosidad David Thewlis al psiquiatra al que acude puntualmente.

El debutante Craig Roberts consigue compensar así los fogonazos del drama traumático con algunos gags y una mirada cálida y cómplice hacia su protagonista e incluso hacia aquellos otros personajes que no parecen entender su batalla diaria por asimilarse a la normalidad sin renunciar a su pasado y a su singularidad.