Cunningham | Crítica

Una biografía bailada

Merece la pena acercarse hasta el centro comercial Lagoh para ver este documental sobre el gran bailarín y coreógrafo norteamericano Merce Cunningham (1919-2009), un trabajo en el que, como en Pina, de Wim Wenders, prima la filmación de la danza como principal reclamo en su formato híbrido que combina material de archivo con actualizaciones de algunas de sus más conocidas coreografías de los 50 y 60 filmadas con generosidad de recursos, de la steady-cam a las grúas, travellings y drones, aquí sí al servicio de una plástica de los cuerpos, el movimiento y las figuras del grupo.

Esos números, bailados en distintas localizaciones y escenarios reales o virtuales por los herederos de su compañía, materializan muchas veces los conceptos teóricos y avatares de la vida artística de quien fue uno de los coreógrafos más visionarios y radicales del siglo XX, un auténtico renovador que, en alianza con la música contemporánea de su compañero John Cage o la pintura de Robert Rauschenberg, puso boca abajo los cimientos de la danza clásica y moderna hasta el punto de enfrentarse por igual a la crítica y al público más conservador de su tiempo, primero en Estados Unidos y luego en giras por todo el mundo.

Vistas hoy, las coreografías de Cunningham hablan con un lenguaje plenamente contemporáneo, un lenguaje de su tiempo, el de las guerras, la violencia o la soledad del hombre moderno, que exigió de sus intérpretes nuevos gestos, una nueva expresividad y nuevas disciplinas que hicieron escuela pero también dejaron a algunos por el camino.

De todo ello da cuenta este documental generoso y elocuente en su recuperación de ensayos, reuniones, entrevistas o actuaciones originales, como audaz a la hora de trasladar y traducir ese legado esencial al lenguaje audiovisual contemporáneo. Los conocedores y aquellos que, como este servidor, no lo son, lo disfrutarán por igual en el reconocimiento o el descubrimiento de esta figura esencial del arte del siglo XX.