Nunca, casi nunca, a veces, siempre | Crítica

La decisión de Otoño

Sidney Flanigan y Tania Ryder en una imagen del filme de Eliza Hittman.

Sidney Flanigan y Tania Ryder en una imagen del filme de Eliza Hittman.

Hay una pequeña trampa que hace que esta por otro lado estupenda película funcione de manera más efectiva en su alegato feminista y su impugnación heteropatriarcal a propósito de la odisea de una adolescente para abortar: todos los personajes masculinos que aparecen son abusadores, violentos o depredadores, pequeños monstruos a los que apenas hace falta trazar sucintamente para intensificar nuestra identificación con la protagonista y sus circunstancias.

Un padre fracasado y bebedor, unos compañeros de clase que la ridiculizan en público, un jefe igualmente asqueroso, un tipo lascivo en el metro, un joven que no deja de ser una figura algo siniestra en sus intenciones. Estamos, en definitiva, ante el marco perfecto para ponernos de lado de Autumn (extraordinaria y conmovedora Sidney Flanigan), algo que, por otra parte, resulta bastante sencillo sin necesidad de esas muletas: se trata aquí al fin y al cabo de acompañar en las texturas crudas y granulosas del 16mm a una joven sensible y pensante decidida a abortar, de seguirla en su periplo urbano (que busca la apariencia del tiempo real) en compañía de su prima y mejor amiga, de no juzgar sus actos adultos en una larga jornada de visitas, esperas, entrevistas, protocolos y procedimientos que culminan en esa poderosa e intensa escena que da título al fin y que revela por sí sola todo el peso emocional que tiene que soportar nuestra protagonista.

En las antípodas de aquella colorida y popy Juno para todos los públicos antiabortistas, la cinta de Eliza Hittman (Beach rats) no juega al despiste moral(ista) ni pretende dar lecciones, asume el punto de vista de su protagonista hasta el final, retrata con fidelidad entomológica el duro proceso de todo aborto a través de sus acciones exteriores, decisiones y angustias. Es fácil extraer conclusiones y estar junto a ella, era innecesario subrayar más de la cuenta desde la escritura.