La ruleta de la fortuna y la fantasía | Crítica

El azar y la mirada del otro

Una imagen del filme de Ryusuke Hamaguchi.

Una imagen del filme de Ryusuke Hamaguchi.

2021 ha sido el gran año del japonés Ryûsuke Hamaguchi, con el doblete conformado por esta película de episodios, la primera de las suyas que se estrena en España, y Drive my car, adaptación de Murakami aclamada por la crítica y premiada en Cannes y San Sebastián. Un año que culmina su descubrimiento como el (pen)último eslabón generacional del cine de autor nipón que ya habíamos comprobado con las estupendas Happy hour y Asako I & II.

A partir de un guion propio, La ruleta de la fortuna y la fantasía propone tres relatos independientes y autónomos unidos por el protagonismo femenino, el azar y las casualidades, “un filme sobre elecciones y arrepentimientos, sobre cómo conversaciones y hechos banales, inesperados, cambian la vida de forma radical”.

En la primera de las historias, la conversación íntima entre dos mujeres que viajan en un taxi acaba uniéndolas de manera insospechada en un triángulo amoroso cuyo vértice es el mismo hombre. En la segunda, la más extensa y la mejor de las tres, un alumno despechado decide vengarse de su profesor, ahora un escritor de éxito, utilizando a su amante como cebo para un juego de seducción destinado a acabar con su reputación que se tuerce fatalmente repercutiendo en la vida de la mujer. En la tercera, otras dos mujeres se encuentran azarosamente creyendo conocerse del pasado y, a pesar del malentendido, deciden seguir actuando como si realmente fueran quienes cada una ha proyectado.

Hamaguchi modula sus tres relatos con tempo pausado, distancia justa y efectivo sentido de la elipsis, atento siempre a la palabra precisa y el espacio donde se esta se activa, con guiños al cine de Hong Sangsoo y dejando hacer a sus actores en largas conversaciones que van revelando poco a poco el trampantojo de los amores perdidos, las decisiones equivocadas, los arrepentimientos, las frustraciones y ese regreso del pasado como mecanismo que activa una y otra vez el flujo del deseo. Es especialmente en el segundo relato donde esta palabra se carga de un sublime erotismo en la lectura de unos pasajes literarios que materializan la excitación a la manera bergmaniana, momento de mayor intensidad de un filme sobre el azar de la vida y la identidad construidas desde la mirada del otro.