True things | Estreno en Filmin

Crónica de una liberación

Ruth Wilson y Tom Burke en una imagen del filme.

Ruth Wilson y Tom Burke en una imagen del filme.

Pensábamos titular esta crítica “Fantasías de una oficinista”, pero hubiéramos traicionado la esencia de un filme que arranca precisamente sobre esa idea primera, a saber, las proyecciones y la llamada del deseo de una joven y solitaria empleada de una oficina municipal, para ir poco a poco revelando una estructura más compleja y crítica sobre esas inercias sociales y culturales que siguen empujando hoy a las mujeres a un determinado rol y unos determinados pasos en su vida adulta.

Adaptación de la novela de Deborah Kay Davies, el segundo largo de Harry Wootliff (Only you) se pega a la piel y la mirada confusa e impresionista de su protagonista, una Ruth Wilson a que recordamos de la serie The Affair, para ver, tocar y experimentar junto a ella esa vida anodina, precaria, solitaria y desencantada de la que apenas consigue escapar en noches etílicas, a través de encuentros sexuales rápidos o de la ensoñación de un futuro con pareja, quién sabe si formando también una familia. Es entonces cuando aparece la figura del hombre varonil, arrollador y misterioso (Tom Burke, lo hemos visto en la estupenda The Souvenir, de Joanna Hogg) y nuestra protagonista se deja llevar, no sin cierta sumisión, por esa fantasía encarnada en la que proyecta muchas de sus ilusiones reprimidas de felicidad.

True things juega entonces al tira y afloja, distanciando y volviendo a acercar a sus personajes en un juego desequilibrado en el límite del masoquismo. Y es precisamente entre los huecos, en la incertidumbre, en la espera, incluso a pesar de algún inoportuno sueño recurrente y explicativo, donde la película vira realmente hacia su verdadero asunto, que no es otro que la de la emancipación definitiva que va más allá del cambio de trabajo o de paisaje, en la liberación de las prisiones más íntimas como paso previo al viaje hacia lo desconocido.