Cultura

La infección ideológica

Doentes. España, 2011. Drama. Dirección: Gustavo Balza. Guión: Roberto G. Méndez y Gustavo Balza, basada en la obra de Roberto Vidal Bolaño. Intérpretes: Antonio Durán 'Morris', Xosé Manuel Olveira.

Ni que decir tiene que la impresión de un poso ideológico en una película no está necesariamente reñida con su verdad. La historia del cine ha dejado hasta la fecha un buen número de panfletos muy recomendables que han perdurado y perdurarán, independientemente de la orilla a la que se arrimen. El problema llega cuando esa decisión se traduce en una infección que convierte a los personajes en estereotipos fáciles y que no hace favor alguno ni al cine ni a la historia. Doentes promete en sus primeros minutos una aproximación a la picaresca con un tono valleinclanesco que despierta un inevitable interés, pero la frustración no tarda en hacerse hueco. El problema no es que, otra vez, los fachas sean malos malísimos y los rojos buenos buenísimos, sino que lo son hasta la caricatura: los republicanos sienten el dolor por la pérdida de sus hijos, son simpáticos y muy cultos, hablan en gallego, comparten el pan en la prisión y sólo la venganza les mueve a la ira; los fachas gastan litros de gomina, tienen el gatillo fácil, son unos cenutrios, se pasan la buena educación por el sobaco que enseñan continuamente, se mofan de las muertes ajenas y hablan ese idioma extraño, el castellano, tan parecido al alemán. A la pandilla de falangistas/neonazis sólo les faltaba llevar a Chiquito de la Calzada jaleando, cobarde, pecador, mientras peinaban las calles o propinaban sus palizas. Y claro, por muy malos que realmente fueran los fachas y muy buenos que fueran los rojos, esto no hay quien se lo crea. O, sospecho, no debería haber.

Lo cierto, no obstante, es que este discurso que pretende hacer pasar por historia lo que en el fondo es una parodia viene disfrutando de un éxito notable en los últimos años, no ya sólo a través del alto número de series de televisión ambientadas en la inminencia o las postrimerías de la Guerra Civil, también en el cine. No sé quién se estará beneficiando de ello, pero seguro que el rigor recaudaría menos.

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