Martin Scorsese, Premio Princesa de Asturias de las Artes

"Si la política migratoria de Trump se hubiese aplicado en 1909, yo no estaría aquí"

  • El director habla en Oviedo, dos días antes de recibir el Príncipe de Asturias de las Artes, de inmigración, la mafia, los actores y su amor por el cine

Martin Scorsese, en la rueda de prensa que ofreció en Oviedo.

Martin Scorsese, en la rueda de prensa que ofreció en Oviedo. / José Luis Cereigido / Efe

El cineasta norteamericano Martin Scorsese cuestionó este miércoles en Oviedo la política migratoria del Gobierno de Donald Trump que, a su juicio, va "contra la idea básica" de lo que es Estados Unidos desde su fundación y advirtió: "Si se hubiese empezado a aplicar en 1909, yo no estaría aquí".

En rueda de prensa, dos días antes de recibir el Premio Princesa de Asturias de las Artes como renovador y figura indiscutible del cine estadounidense, Scorsese tuvo un recuerdo para sus orígenes, los de un nieto de campesinos sicilianos que habían emigrado con sus hijos al barrio neoyorquino de Queens. "Había personas mayores, emigrantes antiguos, que venían de Sicilia y que estaban muriendo, luego mis padres en medio y nosotros que ya nos convertimos en estadounidenses", señaló.

El autor de Malas calles se mostró esperanzado en que las actuales trabas impuestas por el Gobierno de Estados Unidos sean "solo una fase" y se retomen unas políticas migratorias "razonables" que permitan seguir adelante con el "experimento" que supone una sociedad con personas que tienen lenguas y religiones distintas."Nunca va a ser fácil, pero ahora es trágico", opinó tras incidir en que ese proceso de adaptación es difícil, como lo demuestra el hecho de que entre el colectivo de italianos que emigraron a Estados Unidos a comienzos del siglo XX era donde más retornos se producían ante la incapacidad de adaptarse.

Scorsese defendió el formato clásico del cine, proyectado en una pantalla y sentido "como una experiencia teatral"

El director llamó asimismo a defender el formato clásico del cine, proyectado en una gran pantalla y visto en compañía, en un momento en el que, ante la revolución tecnológica y la irrupción de plataformas como Netflix o Amazon, ese arte de más de cien años "no sabe a dónde va". De la misma manera que hay quien prefiere pedir comida a domicilio y quien opta por seguir acudiendo a un restaurante, hay un público que, como él, se decanta por disfrutar de la "experiencia teatral" que conlleva el cine, "cuestión clave" que es necesario proteger para salvaguardar su futuro.

Scorsese reclamó que las películas sigan siendo exhibidas en los cines antes de comercializarse para ser visionadas en casa a través de plataformas como Netflix, que ha financiado su último rodaje The Irishman, donde se reencuentra con tres de sus actores fetiche: Robert de Niro, Joe Pesci y Harvey Keitel. "El cine del que yo vengo o el que intento mantener, restaurar y respetar necesita ser visto con público", subrayó un cineasta que confiesa no estar "muy versado" sobre internet, pero que no puede obviar el nuevo modelo de consumo del cine, sobre todo por parte de los más jóvenes, como comprueba con una de sus hijas. 

Con De Niro, dice, sigue teniendo "telepatía. Nos conocemos desde los 16 años y es la persona que mejor sabe cómo crecí"

Con su nueva película, Scorsese retoma una nueva historia sobre bandas de gánsteres, el reflejo del mundo en el que creció, el barrio neoyorquino de Queens, donde no todo eran criminales y violencia y también había una familia de inmigrantes italianos de la que recibió cariño y una positiva influencia de una iglesia católica "demasiado exigente" para superar la primera fase del seminario.

A sus 75 años y sin sus tradicionales gafas de pasta, Scorsese admite que le quedan "pocos años" para afrontar nuevos proyectos cinematográficos y se confiesa en deuda con su actor fetiche, Robert de Niro, el Travis Bickle de Taxi Driver, el Jake La Motta de Toro Salvaje, el Jimmy Conway de Uno de los nuestros, su mejor colaboración con un intérprete en cuatro décadas de cine. "Hemos tenido y seguimos teniendo telepatía, somos capaces de comprendernos sin necesidad de hablar. Nos conocimos a los 16 años y es probablemente la persona que mejor sabe cómo crecí, como viví, la subcultura en la que he vivido y que entiende todo de una manera especial. Es una gran inspiración para mí", concluyó.

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