Personajes con sabor

Salvador Moreno Peralta: Arquitecto de ideas

  • El concepto "urbaguay" ya ha llegado a Málaga

  • Toca ser feliz callejeando

El invitado de hoy, malagueño, de nacimiento, por deportación y por amor, es uno de los hombres más singulares de la actual nómina de personalidades de nuestra ciudad. Doy fe de ello por conocimiento, convicción y, a partir de ahora, a través de la narración de nuestro encuentro, por demostración. Antes debo aclarar que Salvador Moreno de Alborán, como es su primer apellido, algo desconocido para muchos, efectivamente, volvió a Málaga, desde la Madrid de su formación, tras ser deportado, en su época de estudiante de arquitectura, precisamente a la ciudad de Málaga. Deportación provocada por, según cuentan, una acusación falsa de darle una patada a la puerta del despacho del director de la escuela de arquitectura… Y es malagueño por amor porque enseguida conoció a la que sería su pareja para toda la vida. Su verbo, vehemente y fluido, cargado de explosivas ideas, como bombas de artificio, no sería corregido ni en una coma por el más exigente de los académicos. Todo ello para disfrute de todos.

El restaurante Montana. El restaurante Montana.

El restaurante Montana. / Javier Albiñana

El RESTAURANTE:  No podíamos haber seleccionado mejor el marco para este encuentro, tratándose nuestro invitado de un gran arquitecto y urbanista: el restaurante Montana. Este magnífico espacio gastronómico -dos recomendaciones de la guía Michelin y otras tantas de la guía Campsa avalan su currículo- está ubicado en la calle Compas de la Victoria, -a pocos metros del Santuario de nuestra patrona- en un antiguo palacete que en sus tiempos cumplió las funciones de consulado y hoy guarda entre sus paredes una gran colección de grandes tertulias, no menos grandes comidas y sobre todo de saber gastronómico. Nada más llegar su gerente general, Pepe Nalda, nos puso al día de los nuevos cambios, en definitiva proyectos ilusionantes que tienen por delante. Después de seleccionar un lugar discreto y relajado, pudimos charlar unos minutos con Juan Espejo, chef de la casa, antequerano de pro, y maestro de los fogones. Oportunidad tuvo de demostrarlo a lo largo de la jornada. Hay que destacar, que este restaurante tiene el lujo de contar como asesor-coordinador gastronómico con el chef Richard Alcayde, toda una apuesta personal y muy acertada de Pepe Nalda.

EL INVITADO: Llegó Salvador Moreno directo de una de las obras en las que está trabajando en estos momentos, pero ya sin prisas, de la persona que sabe disfrutar de una buena comida y sobre todo de una buena charla. Me llamó la atención su estar continuamente a pie de obra, algo que ya conocía con anterioridad pero que no pude reprimir preguntarle. “Una obra es como el toreo, si le pierdes la cara al toro te puede dar un susto. Pues lo mismo, a poco que te descuides, una obra, que es un proceso en continua evolución, puede darte un revolcón, por utilizar un término taurino..” Y a partir de ese momento nuestro invitado comenzó a contar asuntos relacionados con su trabajo, con la ciudad, con la política, los políticos y la cultura, siempre la cultura como invitado omnisciente de nuestras vidas. Y todo ello con el ser humano como sustanciador de todo, como deber ser, porque Salvador Moreno es un arquitecto, también de ideas, encaminadas a mejorar la vida de las personas. Un verdadero humanista.

Impaciente por conocer su opinión sobre temas relativos a nuestra ciudad, le pregunte por la seña de identidad de Málaga. Su respuesta no puedo ser más sorprendente: “Estoy harto de las “señas de identidad” de las ciudades, es absurdo. Málaga es sobre todo acogedora. Aquí no se le pregunta a nadie de donde es. Cuando una ciudad no está hipertrofiada identitariamente, como ocurre con Málaga, demuestra que está abierta, dispuesta a absorber todo lo que le valga. Esto la hace viva y dinámica. Modelo de ciudad es un término arquetípico del que debemos huir. Málaga es ciudad modelo de nada, para nuestro regocijo”. Pronto me dejaron de sorprender sus respuestas, todas ellas construidas desde la razón y el conocimiento que atesora de años y años de trabajo y estudio. “Hace años, el centro de Málaga era el lugar de donde había que irse. Lo de ahora es un triunfo, pero hay que tener cuidado. Hemos pasado del abandono absoluto de grandes e históricos edificios, a un exceso de conservacionismo, incluida la mugre”. Su manera vehemente de expresarse con todo lo relativo a nuestra ciudad, me hizo preguntarle por un asunto que presumía un tanto espinoso: la relación entre los políticos y la arquitectura. Y no me decepciono: “¡Uf! Vaya. Toma, una respuesta directa: en cada gobernante, hay un arquitecto en potencia, o frustrado, porque quieren perpetuarse a través de las piedras”. Cuando deberían hacerlo a través de su trabajo.

LA COMIDA: Enfrascados andábamos con cosas de nuestra ciudad cuando Verónica, la jefa de sala y sumiller, nos interrumpía cortésmente para presentarnos unos aperitivos que acompañarían a la botella de Javier Sanz, un verdejo extraordinario, que veníamos disfrutando hacía ya unos minutos.

La comida del Montana. La comida del Montana.

La comida del Montana. / Javier Albiñana

Un tartar de chorizo y salchichón y unas croquetas de pollo moruno con alioli de yerbabuena abrieron el festival de sabores, continuándolo una ensalada rusa de gambas y un confitado de bacalao con setas y tirabeque. Algo delicioso. Pero para no perder hilo de nuestra conversación, nosotros continuábamos a lo nuestro. “Existe un bloqueo sistemático de la política urbanística andaluza. Se les llena la boca al decir, Turismo, con mayúsculas, y no somos capaces de articular un ferrocarril que una toda la costa ¡Algo que ya existía en la zona oriental en el siglo diecinueve!”. Pues que alguien tome nota, porque, según esta reflexión, vamos para atrás en este sentido. Pero continuó…: “¿Cómo podemos alardear de turismo y no acabamos con el plan integral de saneamiento? Cincuenta años esperando..” “¿Sabes una cosa?, en España invertimos menos en innovación que en Bulgaria, y sin eso no hay modernidad ni evolución. Pero los políticos no tienen toda la culpa de lo que sucede. Nosotros, los ciudadanos, tenemos nuestra parte. Los políticos no caen del cielo, los ponemos nosotros”.

La comida del Montana. La comida del Montana.

La comida del Montana. / Javier Albiñana

El descorche de una botella Abadia Retuerta 2014, nos aportó un merecido descanso y el placer de degustar un gran vino. Por supuesto que no vino solo, la compañía que traía no podría ser más sabrosa: Costillas de angus, cocinado a baja temperatura, con salsa barbacoa. Una delicia. No se lo pierdan. Después de tan suculenta comida, finalizamos dejándonos llevar por la recomendación de Verónica, y tomamos una crema de queso de las que hacen época.

Le pregunté a Salvador por los trabajos que más le han satisfecho a lo largo de su dilatada carrera, y esta fue su respuesta: “Sin lugar a dudas la remodelación de los corralones de la Trinidad y la actual sede de Turismo Andaluz, el mesón San Rafael, en calle Compañía. Y fuera de Málaga, la remodelación de la fortaleza- Ciudadela de Melilla la Vieja”. Pero Salvador Moreno Peralta es, por encima de todo, un ideólogo e inventor de conceptos, todos ellos humanos.

La comida del Montana. La comida del Montana.

La comida del Montana. / Javier Albiñana

Y para terminar nuestra jugosa tertulia, como siempre, le pregunté por un sueño por cumplir. Calló durante unos instantes, y, quiero desvelar que con una importante dosis de emoción, me respondió: “Es algo muy personal, pero te lo digo: terminar mis días como arquitecto y como persona con el respeto y cariño de una familia a la que me hubiese gustado haber atendido mucho más. Cambiaría cualquier éxito profesional por acercarme mínimamente al papel que mi mujer ha hecho y hace en mi familia…”. Y sin su permiso, me he permitido escribirlo.

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