Corpus

A la feria por necesidad, otra forma de ganarse el pan

La crisis ha sumado muchos feriantes al Corpus de 2009. Dos de los nombres que se añaden a la lista de vendedores ambulantes son Juan Martín Muñoz (de 33 años) y Francisco Vizcaíno (de 44), que tienen un puesto de coco y otras chucherías. Hasta hace un año y medio trabajaban en el sector del hierro en una empresa de la construcción, pero quebró y no han podido encontrar otro empleo. "Yo nunca había estado antes haciendo ferias, aunque tenga que salir corriendo de la Policía, prefiero dedicarme a esto para ganarme la vida. Tengo dos hijos y hay que darles de comer", cuenta Martín Muñoz, quien reconoce que esta actividad no cuenta con permiso. "No nos dejan ni ganarnos la vida", agrega el padre de familia, quien pide, como su compañero, un trabajo.

Fue Vizcaíno, quien proviene de una familia que se ha dedicado a esto toda la vida, el que le ofreció la posibilidad de engancharse al carro de las ferias. "Mi madre prácticamente me parió debajo de la tabla de la mesa", cuenta Vizcaíno, que también tiene dos hijos. Vende garrapiñadas, gusanitos, frutos secos... y coco, su especialidad. "No sé por qué no está permitido. La gente viene, pregunta el precio, y si no le conviene se va", cuenta Vizcaíno.

Reconocen que es un trabajo duro. De día están en Bib-Rambla y por la noche en la feria, hasta que amanece. Están al pie del cañón casi 20 horas al día y duermen en la furgoneta. Van viajando de feria en feria y, a veces, a las puertas de los concierto. Sin embargo, no pierden nunca la sonrisa y el buen humor. Con resignación y al unísono afirman: "Qué le vamos a hacer, es lo que hay".

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