Las aristas de un legado

María Asunción Mateo: “Nadie me invitó al acto de la Caja de las Letras, será que me casé por lo civil”

  • La viuda de Rafael Alberti, María Asunción Mateo, asegura que ni siquiera fue informada del depósito de algunas pertenencias del poeta en la cámara acorazada del Instituto Cervantes

María Asunción Mateo, en la Fundación Rafael Alberti en una imagen de archivo.

María Asunción Mateo, en la Fundación Rafael Alberti en una imagen de archivo. / Fito Carreto

Desde que en septiembre del año 2010 María Asunción Mateo renunciara a la presidencia de la Fundación Rafael Alberti han sido muy escasas las declaraciones públicas que ha hecho la viuda del poeta. Aunque sigue viviendo en el chalé de Las Viñas que compartió con Alberti, es difícil verla por El Puerto de Santa María, donde lleva una vida muy discreta.

Este periódico ha querido ponerse en contacto con ella a raíz del acto celebrado el pasado miércoles en Madrid en la sede del Instituto Cervantes, en cuya cámara acorazada se depositaron algunas pertenencias como los pasaportes con los que el poeta y su primera mujer, María Teresa León, regresaron a España desde el exilio, fotografías de ambos y diferentes publicaciones del matrimonio.

Por parte de la familia del poeta estuvo presente en el acto una sobrina del matrimonio, Teresa Alberti, pero se echó en falta la presencia de la mujer que le acompañó en los últimos años de su vida, María Asunción Mateo.

Este periódico ha podido hablar con ella y confirma que “no se me ha informado de nada, ni lo más mínimo”, refiriéndose al acto de la Caja de las Letras, y añade que si bien no quiere entrar en polémicas “es algo que moralmente suena raro, porque sigo siendo su viuda, será que me casé por lo civil...”, ironiza.

María Asunción Mateo, experta además en la obra de Rafael Alberti, destaca que “yo amaba a Rafael y fui muy feliz con él. No hay nada que me pueda molestar porque el recuerdo de Rafael está conmigo”, afirma, aunque recuerda que “el legado de Alberti está en la sede de la Fundación, un legado que se depositó ante notario y una prueba de generosidad y amor a la cultura. Tanto María Teresa León como yo lo hemos donado todo”, insiste, y destaca que el verdadero legado es el que se custodia en la casa portuense del poeta.

María Asunción recuerda que vivió con el poeta 20 años de su vida y que se fue de la Fundación “sin meterme con nadie. Me he desentendido de la gestión pero sé que la verdad saldrá adelante. Todo se puede arreglar”, dice en referencia al largo proceso de liquidación que atraviesa la entidad como Fundación, que lleva abierto desde el año 2016 y que aún no ha concluido.

Precisamente hace unos días se celebraba el juicio por el impago de su sueldo desde hace más de tres años al único trabajador de la Fundación, su secretario Enrique Pérez Castallo.

Sobre las supuestas enemistades de Mateo con amigos del poeta, entre ellos con el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, ella insiste en ser discreta y solo dice que hace 20 años que no lo ve. “No tengo nada que decir en contra de nadie”, asegura, y añade “que digan lo que quieran, porque el tiempo da la razón, aunque a veces tarda”.

Pero aunque insiste en afirmar que no está molesta, a María Asunción se le nota cierta amargura por algunos capítulos del pasado que todavía, a pesar de los años, siguen muy presentes, y saca a relucir aquel episodio en el que el pleno municipal del Ayuntamiento de El Puerto aprobó, recién fallecido el poeta, que el nuevo teatro municipal llevase su nombre, para después rotularlo saltándose ese acuerdo con el nombre de Pedro Muñoz Seca. “Yo me enamoré de un señor que se llamaba Rafael y se apellidaba Alberti, y he tenido que cargar con el apellido. No quiero conflictos y no quiero hablar mal de nadie pero sé que el tiempo lo pondrá todo en su sitio”, afirma.

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