Síndrome expresivo 27

El grito de Tarzán

Johnny Weissmuller, en 'La Leyenda de Tarzán' Johnny Weissmuller, en 'La Leyenda de Tarzán'

Johnny Weissmuller, en 'La Leyenda de Tarzán'

Algunos personajes literarios han conseguido traspasar el selecto mundo novelesco gracias a geniales adaptaciones cinematográficas. Este es el caso de Tarzán, inmortal protagonista de una serie de ficción iniciada por Tarzán de los monos (1912), de Edgar Rice Burroughs. Una historia de convivencia y armonía de un intruso entre los simios en el corazón de la selva africana, que despertó la curiosidad de miles espectadores ávidos por conocer las peripecias de este humano salvaje. 

Desde las primeras publicaciones periódicas y estrenos en las salas de cine, la crítica especializada ha encumbrado a algunos intérpretes como los mejores Tarzanes, entre los que se encuentran el atlético Johnny Weissmuller y el seductor Christopher Lambert, así como la verosimilitud de los diálogos ocasionales entre el protagonista y la mona Chita. Desde el punto de vista lingüístico, el intercambio de pareceres entre ambos personajes es una joya de la comunicación oral, estudiada en los centros de alto rendimiento para charlatanes de élite: se presenta un intercambio de información verbal y gestual, a pesar de las rudimentarias construcciones morfológicas y sintácticas. 

Hoy en día, muchos oradores y alumnos de Secundaria muestran con orgullo su carné de socio de los múltiples clubes de seguidores de Tarzán, diseminados por la geografía española e internacional. Esta veneración por la saga literaria se concreta en determinados usos lingüísticos, como el peculiar empleo del infinitivo en construcciones impostadas y alejadas de los usos normativos. Por lo tanto, este síndrome expresivo puede resumirse en tres rasgos específicos:

  • La moda por las estructuras superfluas y copiadas directamente del francés, como "asuntos a tratar", "temas a debatir”, "tareas a realizar" o "problemas a resolver". Salvo en determinados contextos administrativos y contables ("cantidad a pagar"), su uso es considerado superfluo y prescindible en la lengua española.
  • La falta de respeto por los principios elementales de la sintaxis española. Desde que tenemos uso de razón, de manera natural, los hablantes somos conscientes de que el núcleo de cualquier oración es un verbo conjugado o en forma personal. Sin embargo, los seguidores del habla de Tarzán prefieren otras estructuras como: "Por último, decir que el asunto central de la ponencia ha sido el crecimiento del PIB" o "Recordarles que mañana expira el plazo para la presentación de solicitudes". ¿Tan difícil es conjugar el verbo principal como en "Les recordamos que mañana expira el plazo"?
  • Otro rasgo definitorio de los nuevos Tarzanes es el alargamiento de la expresión con el uso de perífrasis inventadas de infinitivo, ajenas al ritmo característico de la lengua española y al principio de economía lingüística. Así, los textos de los adoradores de la mona Chita optan por expresiones como: "Dar aviso sobre alguna circunstancia" en lugar del escueto y sencillo "avisar"; “Realizar un análisis cuantitativo sobre tal cuestión” por el simple "analizar" o "Hacer mención a tal informe o autoridad" en vez de “mencionar”.

¿Se puede superar?

La exposición continuada a la escucha activa de discursos y ponencias de oradores tarzánicos termina por convencer al oyente de que la verdadera naturaleza del idioma brota de ese manantial de sabiduría simiesca. Sin embargo, la RAE suele recomendar una serie de pautas para recobrar el sentido de la expresión correcta:

  • Como norma general, y de obligado cumplimiento en cualquier ámbito de la existencia, menos es más. Por lo tanto, olvídese, querido lector, de estiramientos y rellenos en la expresión verbal que poco o nada aportan a la comprensión del mensaje. Una moda muy extendida entre la clase política y los seguidores del inmortal. Tarzán es el archiverbalismo y el archisilabismo. En otro artículo, nos detendremos a analizar esta manía expresiva de los aficionados a la retórica grandilocuente y ampulosa.
  • Todas las lenguas se enriquecen con las aportaciones de otros sistemas lingüísticos que cubren un vacío en la expresión formal de algún contenido nuevo. Reflexión lógica, si pensamos en el ámbito de la tecnología o la evolución digital. Sin embargo, no es necesario copiar estructuras gramaticales cuando ya disponemos de ellas en nuestra lengua. Por ejemplo, la frase "Juan es un modelo a seguir por todos los alumnos de la clase" puede expresarse de forma más correcta en español como "Juan es un modelo para todos los alumnos de la clase".

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