SÍNDROMES EXPRESIVOS 12| Tiempo verbal condicional

En libertad condicional: el síndrome del reportero dicharachero

La rana Gustavo de 'Barrio Sésamo'. La rana Gustavo de 'Barrio Sésamo'.

La rana Gustavo de 'Barrio Sésamo'.

El condicional es uno de los tiempos verbales que más quebraderos de cabeza ha planteado a los lingüistas a lo largo del tiempo. Así, las formas simples y compuestas (‘cantaría’ y ‘habría cantado’) se sitúan entre el modo indicativo y el subjuntivo: el primero indica acciones reales, mientras que el segundo remite al ámbito de la hipótesis.

Por este motivo, ya en la Grecia clásica, insignes pensadores como Aristóteles reflexionaron sobre la esencia de una determinada realidad: "Hoy, Juan es un niño de siete años" y el ser en potencia: "Si pasaran veinte años, Juan sería un hombre". En resumen, una estructura metafísica que distingue entre el ser en acto y el ser en potencia.

Como imaginarán nuestros queridos lectores, la disquisición sobre los valores del condicional no está entre las prioridades del ciudadano medio. Por supuesto, este hecho no debe ser censurable ya que, a estos precios el megavatio, no está el horno para bollos. Sin embargo, este humilde comentarista quiere alertar sobre algunos usos del condicional, alejados de las recomendaciones establecidas por las instituciones encargadas de velar por el correcto funcionamiento de la lengua española:

  1. Cada día asistimos a la invasión por parte del imperfecto y pluscuamperfecto de subjuntivo del espacio natural reservado al condicional. Así, en la lengua familiar y coloquial ya nos parecen correctas expresiones como: "Si me hubieras avisado antes, te hubiera guardado un asiento" en lugar de la expresión adecuada "Si me hubieras avisado antes, te habría guardado un asiento".
  2. El segundo error en el empleo del tiempo condicional está relacionado con la excesiva cortesía en determinados contextos comunicativos. Aquí, me gustaría (quiero) hacer un inciso: los hablantes evitamos el imperativo por la presión social de lo políticamente correcto y la idealización de una sociedad edulcorada e infantilizada. Parece que somos agresivos en frases como: "Por favor, póngame un café con leche" o "Javier, por favor, cállate de una vez y deja de molestar a tus compañeros". Hasta tal punto ha llegado el síndrome de la piel fina, que el precario mileurista de cualquier comercio responde con la boca pequeña: "Serían tres euros, caballero". ¿Pago en presente o hipotético?
  3. El condicional de rumor no está explícitamente censurado por la RAE, pero es obvio que carece del menor sentido lógico. Por ejemplo, si en la portada de un periódico o en un informativo audiovisual leemos o escuchamos la noticia: "El Consejo de Ministros habría aprobado la obligatoriedad de conocer la literatura española para no ser un bulto sospechoso", muchos daríamos saltos de alegría, hasta caer en la cuenta de que es un recurso para presentar meras suposiciones. Nuestro gozo en un pozo.
  4. Este último punto dedicado al desvío normativo del uso del condicional está reservado a aquellos hablantes que padecen un trastorno expresivo, de reciente aparición en la escena pública. Algunos autores lo definen como "el síndrome del reportero más dicharachero de Barrio Sésamo". Los síntomas pueden resumirse en dos tipos de expresiones:
    • Muchos programas de televisión proponen a sus reporteros que muestren a sus respetables espectadores casas de ensueño, restaurantes de croquetas rellenas de humo balsámico o islas paradisíacas. Sin ir más lejos, el otro día escuché afirmar a uno de ellos, mientras abría una lujosa puerta de acceso a un dormitorio principal: "Esto es lo que sería el cuarto de matrimonio". No sé, pero tenía pinta de que lo era.
    • Querido lector, si te ha sorprendido el anterior ejemplo y has perdido un poco la fe en el futuro de la humanidad, llena lentamente los pulmones de aire fresco, antes de conocer esta postrera perla idiomática. Piensa en una entrevista con un famosete de moda, que ha publicado un libro escrito por un negro literario. El periodista le pregunta con un tono serio e íntimo: "¿Qué piensas sobre la política cultural en este país? (España no suena bien)". A lo que responde tras una pausa reflexiva: "Yo diría que regular". Ole. Alfileres de colores. Ole. ¿Tan mal suena "Pienso o creo que…"?

 

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