Coronavirus | El impacto en la cultura

El teatro ante la enésima crisis

  • Las salas de Andalucía se reúnen este jueves para estudiar la viabilidad de abrir a un tercio de aforo. El sector reclama ayudas específicas para un oficio milenario al que los números no le salen

La compañía malagueña Pata Teatro.

La compañía malagueña Pata Teatro.

Teatro viene del griego théatron, derivado de theâstha que significa mirar, contemplar. Así era cuando en el V a. C. los atenienses comenzaron a celebrar ritos y representaciones en honor a Dionisio. Y lo cierto es que, con todas sus crisis, el teatro se ha mantenido inalterado a lo largo de los siglos: un actor representa en directo frente al público, sin pantallas de por medio. Esto ha sido así hasta que el coronavirus ha provocado que uno de los oficios más antiguos del mundo esté estos días repensando su futuro y pendiente del detalle de las medidas que permitirán la apertura de salas a partir del 11 de mayo, según el anuncio hecho el martes por el presidente del Gobierno.

Si nos centramos en el caso de las salas y teatros privados, los que tienen más complicada su viabilidad por su aforo y frágil estructura financiera, todo son dudas. Precisamente hoy se renunirán de manera telemática las salas privadas de la comunidad autónoma, bajo la marca Escenarios de Andalucía, para analizar estas medidas. Para Ángel López, director de la Sala Cero, "a un tercio de aforo, los números no salen. Pero ahora toca estudiar todo con detenimiento: qué ocurre con los Ertes en esta situación de sala abierta pero casi vacía, sin apenas taquilla, cómo incentivar al público que tendrá miedo de las aglomeraciones y hasta cómo gestionar la psicosis que se puede crear cuando alguien tosa en una sala".

En sus 20 años de vida, la Sala Cero ha colgado muchas veces el cartel de "no hay entradas" gracias a éxitos como Estrella Sublime, de Bastarda española, obra habitual en una programación con sello propio que ha permitido que hoy este teatro sea una empresa estable. Pero no es sólo la economía lo que preocupa. "Hay muchos factores que confluyen en una función, ¿cómo será para un actor salir con todo el público diseminado", se pregunta López.

"Estoy escribiendo de todo esto, de la singularidad del hecho escénico", explica al otro lado del teléfono Pedro Álvarez-Ossorio, actor, dramaturgo y director de La Fundición, una de las salas privadas más señeras de Andalucía. A sus 75 años, ha vivido todas las crisis del teatro de las últimas décadas. De la última, la de 2008, el sector se venía recuperando, como atestigua el Anuario 2019 de la SGAE. A lo largo de 2018 en Andalucía subió moderadamente la oferta (2%), la asistencia (1,2%) y la recaudación (1,9%), siendo la tercera comunidad dentro del mapa estatal.

Según el Informe de las Artes Escénicas en España, en 2017 Andalucía recaudó más de 13 millones de euros en espectáculos de teatro y danza, una cifra no desdeñable, pero impropia para el peso poblacional que tiene. Lo que confirma la crónica crisis del sector que, con el mazazo de la pandemia, puede tener consecuencias dramáticas.

Debut de la compañía teatral Sr. Correcto. Debut de la compañía teatral Sr. Correcto.

Debut de la compañía teatral Sr. Correcto. / Daniel Pérez

Esa ligera mejora había permitido, por ejemplo, que la compañía Teatro Clásico de Sevilla (TCS), que dirige Juan Motilla, encarara esta temporada sin préstamos a los que había tenido que recurrir en la época más dura de la crisis para, como muchas otras empresas, mantener los puestos de trabajo y la actividad. En la vida sin coronavirus, TCS estaría de gira con las obras Romeo y Julieta, Luces de Bohemia y la infantil La Principita, algunas piezas del repertorio de una compañía caracterizada por el trabajo continuado. "Tenemos un volumen de negocio de medio millón de euros al año. Todo lo que entra se reinvierte, son muchas altas a la Seguridad Social, nuevas producciones…Generamos riqueza, pero no hay beneficios", defiende Motilla sobre una realidad compartida con otras compañías.

También en la vida imaginada antes de esta pandemia, la malagueña Pata Teatro, con más de dos décadas en la escena, debería estar disfrutando del éxito cosechado en la Feria Fetén Teatro Infantil de Gijón con la obra Debajo del tejado, distinguida con el galardón a la Mejor Autoría Teatral, premio que había servido de reclamo para bolos en festivales y ciclos de toda España, hoy todos en suspenso.

Con las salas cerradas, el primer eslabón de la cadena en ver paralizado su actividad han sido las distribuidoras, como la de Elena Carrascal, artífice desde hace años de que compañías de toda España visiten teatros andaluces y que las obras con sello andaluz actúen para el público de Madrid, Valencia o el extranjero. "No es que no sepamos qué va a pasar en el futuro, es que hemos perdido el pasado. Antes de que un teatro ponga a la venta las entradas, hay mucho estudio de mercado, de viabilidad…", explica. E insiste: "Somos vitales para que las compañías se muevan por todo el territorio, para enriquecer la oferta, para ir conformando un público más crítico, más formado". Una experiencia que le hace ver que, a medio plazo y con la limitación de movimientos cuando no el miedo a los viajes, cada administración apostará por respaldar a sus creadores y por espectáculos más modestos.

Así, al margen de las condiciones que conlleve la apertura de salas y la celebración de espectáculos al aire libre, lo cierto es que los profesionales consultados vaticinan un tiempo incierto en el que la opción virtual divide: "no somos youtubers", clama Ángel López; mientras que Josemi Rodríguez de Pata Teatro estudia la manera de monetizar el talento hoy confinado.

La Consejería de Cultura ultima con Hacienda una línea específica de ayudas para la escena

Donde hay consenso es en la necesidad del apoyo de las administraciones para la supervivencia de las industrias. Por un lado, el sector está pendiente de las ayudas del Ministerio de Cultura, previstas para el Consejo de Ministros del 5 de mayo, y confían en la capacidad de reacción de las administraciones más cercanas. Según fuentes de la Consejería de Cultura, se ultima junto a Hacienda una línea específica de ayudas para las artes escénicas, además de tratar de reprogramar lo previsto una vez se aclare las condiciones del Gobierno.

Para Álvarez-Ossorio, "toca ahora repensar todo: apostar por el estudio y la formación". Sobre lo primero propone una descentralización autonómica del Centro Dramático Nacional, de lo segundo, plantea abrir cauces de colaboración entre administración, compañías y salas para acoger talleres de artes escénicas para profesionales y distintos tipos de públicos.

Y, sobre todo, coinciden los profesionales consultados para este reportaje, trabajar de manera decidida por fomentar el vínculo entre escuela y teatro, crear el público del futuro que se sentará frente a un telón que hoy está echado.

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