Amor intempestivo | Crítica

Amasar la nada

  • 'Amor intempestivo', la última obra de Reig, es una melancólica exploración de la vida humana, de fuerte carácter autobiográfico, atravesada por un humor ácido y benevolente

El escritor Rafael Reig. Cangas de Onís, 1963

El escritor Rafael Reig. Cangas de Onís, 1963

Fue la referencia culta, irónica y fiable de Víctor Márquez Reviriego quien acaso dirigiera la atención del público lector sobre la obra de Rafael Reig. En concreto, sobre una novela brillante y enloquecida, La fórmula Omega, publicada en 1998, donde la posmodernidad comparecía de forma paródica e indulgente. También Bonita de cara (o si lo prefieren, su Manual de literatura para caníbales), muestra la pericia formal de Reig para utilizar los géneros en un sentido -felizmente- impropio. Una impropiedad, por otra parte, fundamentada en el humor y en el impulso irreverente, disolvente, que ello supone.

También el humor -y cuanto hay de traumático y aflictivo en su génesis, según nos sugería Freud- es el motor de este Amor intempestivo que ahora se publica. ¿Se trata de una confesión, de una biografía, de un recuento de pérdidas, de amores y fracasos? Todo eso queda incluso en las presentes páginas; sólo que bajo una advocación más alta.

Fue la referencia culta, irónica y fiable de Víctor Márquez Reviriego quien acaso dirigiera la atención del público lector sobre la obra de Rafael Reig. En concreto, sobre una novela brillante y enloquecida, La fórmula Omega, publicada en 1998, donde la posmodernidad comparecía de forma paródica e indulgente. También Bonita de cara (o si lo prefieren, su Manual de literatura para caníbales), muestra la pericia formal de Reig para utilizar los géneros en un sentido -felizmente- impropio. Una impropiedad, por otra parte, fundamentada en el humor y en el impulso irreverente, disolvente, que ello supone.

Este Amor intempestivo de Reig comporta el abandono de la gloria, del espejismo juvenil que la sustenta

También el humor -y cuanto hay de traumático y aflictivo en su génesis, según nos sugería Freud- es el motor de este Amor intempestivo que ahora se publica. ¿Se trata de una confesión, de una biografía, de un recuento de pérdidas, de amores y fracasos? Todo eso queda incluso en las presentes páginas; sólo que bajo una advocación más alta. Este Amor intempestivo de Reig comporta el abandono de la gloria, del espejismo juvenil que la sustenta, en beneficio de un difícil hallazgo, cual es la imprecisa naturaleza de lo humano. A esa revelación contribuyen los infortunios familiares y la propia fragilidad del escritor, consciente de no ser quien soñó que sería. Pero contribuye, en mayor modo, la mera consciencia de ser un hombre. Naturalmente, Reig trata con humor episodios que acaso no lo fueran sin el concurso y la inteligencia del escritor. Su pericia literaria, sin embargo no se dirige tanto a sorprender al lector como a examinar su propia y desigual ejecutoria.

La frase de Gide, “con buenos sentimientos se hace mala literatura”, no acaba de entenderse en su sentido histórico. Lo que en cada momento consideramos buenos sentimientos no tiene por qué coincidir con la bondad desnuda. Esa búsqueda de la bondad, de la arboladura silenciosa y verídica del hombre, es la que ha instigado, probablemente, estas páginas de Reig. Páginas cuyo arte, difícil arte, es decir, oscuramente, lo indecible.

. A esa revelación contribuyen los infortunios familiares y la propia fragilidad del escritor, consciente de no ser quien soñó que sería. Pero contribuye, en mayor modo, la mera consciencia de ser un hombre. Naturalmente, Reig trata con humor episodios que acaso no lo fueran sin el concurso y la inteligencia del escritor. Su pericia literaria, sin embargo no se dirige tanto a sorprender al lector como a examinar su propia y desigual ejecutoria.

La frase de Gide, “con buenos sentimientos se hace mala literatura”, no acaba de entenderse en su sentido histórico. Lo que en cada momento consideramos buenos sentimientos no tiene por qué coincidir con la bondad desnuda. Esa búsqueda de la bondad, de la arboladura silenciosa y verídica del hombre, es la que ha instigado, probablemente, estas páginas de Reig. Páginas cuyo arte, difícil arte, es decir, oscuramente, lo indecible.

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