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"Escribo para entender"

  • El periodista Fernando Santiago debuta en la ficción con una historia de misterio en el Madrid de 1975

Fernando Santiago

Fernando Santiago

Desde hace años el periodista y, para muchos, polemista, Fernando Santiago (Cádiz, 1958) escribe cada día. Pero jamás había escrito una letra de ficción. En una porfía futbolística se retaron él y el periodista David de la Cruz a escribir un cuento de fútbol. El resultado fue notable y, de hecho, lo publicó la revista de culto de los que somos futboleros, Panenka.

“Cogí carrerilla y tenía otro reto pendiente. Hacía tiempo que amigos de mi adolescencia me habían dicho que me animara a escribir la historia de mi pandilla”. Así es como nace el debut literario de Fernando Santiago, Volver a os 17,,un encantador librito de los tiempos inolvidables con el que cualquiera se puede sentir identificado. Los años de los guateques.

“Me siento un impostor. Yo no soy escritor y siento un enorme respeto por los escritores porque soy un lector incansable. Una vez me apunté a un taller de literatura porque lo daba Juan Madrid, que es un escritor al que sigo, pero me aburrí y pensé que eso no era lo mío”, dice con cierto azoramiento. Lo cierto es que el resultado es una narración en la que Santiago se desenvuelve con soltura mezclando recuerdos y una trama de misterio que nos trasladan a Madrid en el último año de la vida de Franco y, en flash back, a Alhucemas y al Tánger internacional de los primeros 50.Santiago argumenta que “escribo para entender. Mi objetivo no era tanto contar una historia como comprender aquel Madrid en el que crecí, un Madrid de aluvión en el que casi nadie era de Madrid. He cogido cosas de varios años y las he comprimido en un solo año y esto me ha servido para dibujar un periodo en el que parece que todo el mundo estaba pendiente delmomento político que se iba a vivir, pero nosotros vivíamos ese momento dulce de los 17 años en los que sólo nos interesaba el fútbol y las chicas, aunque intuíamos que estaba pasando algo que nos cambiaría a todos. Rilke habla de la infancia como patria. Yo diría que mi patria fueron aquellos años”.

Pero su historia, además, tiene un mcguffin, una muerte que realmente ocurrió. “Al tío de un amigo le cayó una maceta en la cabeza y lo mató. Decidí novelar a partir de ahí y eso me sirvió para ir a una ciudad que me fascina , Tánger, también para hablar de mi padre, que era marino y que hizo la línea Málaga-Melilla, entre muchas otras, y que tuvo una vida apasionante”. Ese es el misterio que va a conducir paralelamente al día a día de esa pandilla de “niños bien de loden y castellanos” rodeados de barrios donde se enseñoreaba la miseria, un Madrid aún de chabolas.

Le comento que el libro sabe a poco, que parece esconder mucho más de lo que cuenta, que uno mira la foto de la portada, un guateque de disfraces en la que figuran todos los miembros de la plantilla y a uno le entra curiosidad por saber más de ellos. “Bueno, me comprometí en el partido de ida de Liga del Madrid-Atleti que tendría el libro listo antes del partido de vuelta por lo que, por decirlo de algún modo, tenía fecha de entrega, pero no descarto que, como Quiñones y salvando las diferencias, esto sea la Legionaria y algún día se convierta en Hortensia Romero”, asegura sabedor de que el gusano de la escritura literaria ya le ha mordido y le va a costar deshacerse de él.

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