Cultura

Medicina del alma

  • 'Filosofía para la felicidad'. Epicuro. Trad. Carlos García Gual. Errata Naturae. Madrid, 2013. 144 páginas. 14,90 euros.

'Filosofía para la felicidad'. Epicuro. Trad. Carlos García Gual. Errata Naturae. Madrid, 2013. 144 páginas. 14,90 euros.

Salvados del gran naufragio que afectó a la mayor parte de los textos de la Antigüedad, los escasos fragmentos conservados de Epicuro dan apenas una idea de lo que pudieron contener las decenas de obras perdidas, pero por ellos y sobre todo por la maravillosa lectura de Lucrecio -también por el testimonio de sus numerosos impugnadores, que durante siglos han tergiversado las enseñanzas del filósofo de Samos- sabemos del alcance de un pensamiento liberador que no es excesivo calificar de revolucionario. El desdén por la promesa de otra vida, la aceptación serena de la muerte, el combate contra los terrores ancestrales o la invitación al goce de los bienes de este mundo fueron sólo algunas de las lecciones imperecederas de Epicuro. La edición de Errata Naturae, que ofrece los pasajes recopilados por Diógenes Laercio y otros fragmentos escogidos en la impecable traducción de Carlos García Gual, incluye tres artículos debidos a Emilio Lledó -cuyo El epicureísmo (Taurus) sigue siendo una excelente introducción a la escuela del Jardín-, el propio García Gual -autor de otra valiosa monografía sobre Epicuro (Alianza)- y Pierre Hadot, de quien se propone un texto quizá demasiado sumario sobre el concepto de la felicidad, clave de la moral epicúrea, en la filosofía de la Antigüedad, donde el sabio y polémico profesor francés contrapuso las ideas al respecto de Platón, Aristóteles, Plotino o el mismo Epicuro, sin olvidar la visión de los cínicos y los estoicos.

El volumen no contiene novedades, pero presenta de manera limpia y atractiva una filosofía -"medicina del alma", la llamó Epicuro- que sigue siendo válida para no convertir la vida propia, ni por supuesto la del prójimo, en un valle de lágrimas. Aparece además en una editorial no especializada en los clásicos -aunque acoja en su catálogo obras tan seductoras como el Juicio contra una prostituta de Demóstenes o El bibliómano ignorante de Luciano- que puede difundir el pensamiento del maestro entre los lectores que no frecuentan a los griegos. No está de más insistir en que el acercamiento directo a los textos de los filósofos antiguos, incluso cuando, como es el caso de Epicuro, se reduce a unas pocas píldoras, resulta mucho más estimulante que las vagas noticias contenidas en los repertorios de autoayuda.

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