Juan José Téllez. Coordinador del Centro Andaluz de las Letras

"Queremos servir de altavoz a los escritores andaluces de ahora"

  • El poeta y periodista algecireño llega al frente del CAL en el momento más difícil, tras un severo ajuste presupuestario · Su experiencia y su conocimiento del medio literario son sus grandes avales

La inauguración, en marzo de 2010, de la sede del Centro Andaluz de las Letras (CAL) en pleno centro histórico de Málaga (en una antigua mansión rehabilitada de la calle Álamos, a dos pasos de la Plaza de la Merced), significó la dotación a la institución no sólo de un inmueble a la altura de las circunstancias; también de una visibilidad y una proyección decisivas en su empeño de convertirse en el gran eje benefactor de las letras andaluzas. Con Pablo García Baena como director emérito y con Julio Neira, que hasta entonces había sido responsable del Centro Cultural de la Generación del 27 en Málaga, como coordinador general (cargo que mantuvo hasta su nombramiento como director general del Libro), el CAL dio un especial lustre a su programa de encuentros con escritores a través del ciclo Letras Capitales (que ha traído a Andalucía a algunos de los autores españoles más importantes del presente), así como a los clubes de lectura que mantiene en las ocho provincias, sus actividades en bibliotecas, sus concursos y certámenes, sus exposiciones, sus ciclos divulgativos, sus publicaciones y sus programas de fomento de la lectura (también de la mano de las redes sociales). Sin embargo, el despliegue vino a coincidir con el pozo más hondo de la crisis económica y los más severos ajustes en materia cultural, lo que ha impedido al CAL, en gran medida, llegar a ser el referente que esperaba. Estos ajustes han ido agravándose en los últimos dos años y el panorama para el futuro inmediato, tal y como confirmaron los Presupuestos presentados esta semana por la Junta de Andalucía, con una reducción más que notable, no pinta precisamente bien. En estas circunstancias, la continuidad del CAL pasaba necesariamente, y más tras la salida de Julio Neira, por dejar el timón a alguien con experiencia en el desierto y en la a menudo ingrata creación literaria. En una región como Andalucía, cuna de grandes autores pero incapaz aún de bordar un tejido industrial en lo que a edición se refiere competitivo en España y en Europa, la vieja costumbre (hoy denostada) de dejar los asuntos culturales en el espectro público a quienes hacen día a día la cultura se había convertido en exigencia.

La decisión al respecto por parte de la Consejería de Cultura, dada a conocer hace sólo unos días, ha sido la de nombrar coordinador a Juan José Téllez (Algeciras, 1958), periodista y escritor de largo alcance, reconocido dentro y fuera de Andalucía. Su bibliografía incluye una decena de títulos de poesía (el último, Las grandes superficies, ganó en 2010 el Premio Unicaja), cinco de narrativa y una amplia nómina de ensayos sobre aspectos diversos, aunque con especial inclinación al flamenco y la música popular. Como periodista, aunque actualmente ejerce desde la independencia, durante muchos años colaboró como articulista del Grupo Joly y llegó a ser director de Europa Sur. En los años 80, además, vivió como funcionario en primera línea el traspaso de competencias del Ministerio de Cultura a la Junta de Andalucía y practicó la gestión cultural sin una peseta en presupuestos. Su llegada al CAL ha sido bien recibida por autores, editores y libreros en virtud de esta experiencia y de su conocimiento del medio literario. En esta entrevista, Téllez apunta sus primeras impresiones.

-El Centro Andaluz de las Letras es una institución única en España en lo que se refiere a administración autonómica. Pero, ¿es necesario realmente para trabajar a favor del fomento de la lectura?

-El CAL, como dices, es una institución única en todo el Estado y tiene un valor considerable. Puedo asegurarte que los andaluces somos envidiados por disponer de un instrumento así. Hay que mantener sin duda este patrimonio y seguir creciendo, aprovechar todo el I+D+I que tenemos en cuanto a talento literario y capacidad de emprendimiento. Ahora nos toca a todos ser centrocampistas, tenemos que dar juego para salir bien de la crisis y reforzar nuevos sectores estratégicos. ¿Alguna vez, por ejemplo, hemos podido soñar en Andalucía con un sector editorial capaz de competir con Cataluña y Madrid? Ahora sí podemos. El libro electrónico nos presenta un reto que nos permitirá trabajar con otras áreas de la Junta como la de innovación. Hay que optimizar recursos, con más imaginación que presupuesto. Lo que no se puede hacer es decir que con la que está cayendo la administración debería mirarse el ombligo.

-Respecto al sector editorial, lo cierto es que a la industria le falta fibra en Andalucía. Aparecen nuevas editoriales pero otras tantas desaparecen. ¿Qué puede hacer el sector público al respecto?

-Si yo tuviera la fórmula para abrir una editorial con todas las garantías de éxito, lo haría sin duda. Pero una editorial es una empresa. Y levantar una empresa siempre entraña un riesgo. La administración puede ayudar al tejido industrial, pero no puede suministrarle clientes. Tampoco puede plantearse una distribución pública, porque eso podría ser entendido como competencia desleal. Ni ampliar el espacio para el depósito de las librerías, lo que constituye un verdadero problema. Lo que sí podemos hacer, por ejemplo, es sentarnos a hablar con las distribuidoras, porque es cierto que se pueden mejorar muchas cosas. Me parece absurdo que un libro que se publica en Almería no pueda comprarse en Córdoba. Por eso, una de las primeras medidas que quiero tomar en el CAL es celebrar encuentros con todos los sectores implicados para comprobar qué quieren exactamente de la administración, porque a menudo se dan las cosas por sentadas y está bien que nos las digamos. Me gustaría que las editoriales nos propusieran ideas para ganar lectores, que nos utilicen en este sentido. La gente que lleva toda la vida trabajando en el mundo del libro desde dentro podrá enseñarnos mucho.

-Desde la administración pública y desde las editoriales se manifiesta mucho interés por el libro electrónico, pero lo cierto es que el volumen de negocio que entraña en las librerías apenas supera aún el 1%. ¿Lo conveniente es, en todo caso, fomentarlo, equiparando por ejemplo el IVA al del libro de papel?

-El libro electrónico ha crecido mucho en los últimos meses, pero el crecimiento de la piratería se ha dado con la misma intensidad. Y la prioridad, actualmente, es la de ver cómo nos defendemos de eso. El ebook no es algo que me entusiasme, pero no se puede ir en contra de los tiempos. Si las grandes editoriales españolas han apostado por él sin fisuras, es porque las oportunidades de negocio son grandes. Pero no se puede desvestir a un santo para vestir a otro.

-Hablando de piratería, ¿corre el sector editorial el peligro de terminar como la industria discográfica?

-Son fenómenos distintos, pero habría que contar con esa posibilidad. En Latinoamérica se están dando casos cuanto menos pintorescos, como la venta impune de reimpresiones de libros y la existencia de bandas en México y Argentina dedicadas al tráfico ilegal de libros de texto. No se pueden poner puertas al mar, pero hay que tomar medidas, sobre todo en lo que se refiere a los derechos de creación.

-¿En qué margen en cuanto a autoría, precisamente, quedaría el joven poeta que no ha publicado una sola página en papel pero que cuelga sus versos en un blog seguido por 40.000 lectores?

-En un caso así, un blog representa una oportunidad de negocio interesante para esa persona, pero sólo, claro, si esa persona quiere. Es admirable. Pero piensa que el autor que se sienta a escribir una novela dedica un plazo de media de dos a tres años a terminarla. Y que, en el mejor de los casos, una editorial le va a proporcionar un anticipo de 5.000 euros, pero no más. ¿Ni siquiera, entonces, vamos a poder aspirar a eso? Tal y como están las cosas, si los escritores trabajáramos sólo en la Red perderíamos nuestros derechos. Y no es lo mismo comprar por internet un libro en una librería que una lechuga en el supermercado. No es el sistema que más me gusta, pero es el que hay.

-Los libreros hablan de una caída abultada de las ventas, pero al mismo tiempo el incremento en los préstamos de las bibliotecas públicas de Andalucía llega al 50%. ¿No será que el déficit no se encuentra en los lectores, sino en los compradores de libros?

-Con la que está cayendo, es muy normal que cuando muchas familias hacen cuentas y tienen que ajustarse el cinturón decidan prescindir de comprar libros. La red andaluza de bibliotecas es muy amplia y llega a muchos sitios, pero no a todos. Tenemos que trabajar más en este sentido. Eso sí, no creo que las bibliotecas representen una competencia para las librerías. Más bien al contrario, se estimulan mutuamente, el trasvase de usuarios es constante. Hasta que sepamos el coste real de la piratería, lo que más afecta a las librerías son las grandes superficies. Mientras tanto, tenemos que preguntarnos qué podemos hacer para mantener todas las librerías andaluzas abiertas.

-¿Continuarán los encuentros con escritores en el CAL mediante la misma fórmula que hasta ahora?

-Los encuentros que se celebran en un ciclo tan importante como Letras Capitales no sólo hay que mantenerlos, sino ampliarlos. Por eso, tengo previsto intensificar los contactos con las grandes editoriales españolas y europeas para que sus escritores más importantes vengan aquí. Pero me parece igual de interesante que los escritores andaluces dispongan de una plataforma que les ayude a darse a conocer fuera de Andalucía. Creo que poner en marcha esta línea es fundamental. Hay que apostar por los escritores emergentes, no sólo por los que sean muy conocidos por todos. La administración tiene la responsabilidad de apoyar el tejido creativo.

-¿Cree entonces que es posible proyectar una imagen de la literatura andaluza distinta de la Generación del 27 con éxito?

-Creo firmemente en la divulgación de nuestros clásicos, de los clásicos, sin fronteras. Para ello colaboraremos estrechamente con la Consejería de Educación. Pero, al mismo tiempo, insisto en que hay que hacer una apuesta muy fuerte por los autores andaluces de hoy, incluidos los menos conocidos. Queremos saber, como cantaba Aguaviva, qué piensan los poetas andaluces de ahora, qué escriben los narradores andaluces de ahora, qué dicen los guionistas, los autores de cómics, porque queremos servirles de altavoz.

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