El alma del hombre bajo el socialismo | Crítica

Una desconocida mirada de Oscar Wilde

  • Arpa publica 'El alma del hombre bajo el socialismo', una colección de ensayos en los que el irlandés exhibe su lucidez

Oscar Wilde (Dublín, 1854 - París, 1900).

Oscar Wilde (Dublín, 1854 - París, 1900).

Como sucede con la poesía de Milan Kundera o con los ensayos de H.P. Lovecraft –por citar dos ejemplos–: grandes autores que triunfaron en un género, aunque cultivaran otros no tan conocidos por los lectores. Con esa premisa llegamos al volumen El alma del hombre bajo el socialismo. Ensayos sobre filosofía, política, literatura y arte, de Oscar Wilde. Se trata de un conjunto de artículos, de reseñas y de ensayos que el autor irlandés publicó a finales del siglo XIX –excepto uno, póstumo–. Son textos de interés, pues con ellos descubrimos la mirada del ensayista y del crítico; con ellos conocemos los juicios de valor y el pensamiento de un escritor clave de nuestra literatura moderna y universal. Además, en estas páginas nos adentramos en las ideas de una época, desde el anarquismo a los debates en torno a la propiedad privada, pasando por la crítica a los valores de la nueva burguesía, es decir, la crítica al liberalismo, e incluso leemos la influencia de la filosofía de Nietzsche en las opiniones de Wilde.

La primera entrega con la que nos encontramos es la que da título al volumen. Un ensayo, publicado en 1891, en la efervescencia de las ideas socialistas, las cuales se concretaron en experiencias políticas en Europa como las de la Comuna de París o el modelo económico y social del falansterio. Este último modelo quizá sea el que mejor represente las inclinaciones socialistas de Wilde, acaso algo ingenuas para el lector de hoy. Oscar Wilde defiende un socialismo utópico, romántico e idealizado. Nos indica el autor, en una de las muchas conclusiones naíf, que "el progreso es la realización de las utopías". El problema es, como nos enseñó el siglo XX, cuando en nombre de la utopía, de la búsqueda de ese sistema "ideal", justificamos las mayores barbaridades: las estructuras políticas de opresión, la persecución del disidente, la total deshumanización de los adversarios, que pasan a ser enemigos. Esa frase de Wilde se lee como una nota esperanzadora, y era comprensible en su tiempo, aunque todos sabemos cómo se desarrollaron esos ideales en años posteriores. Ese entusiasmo por el "progreso" y por la "utopía", palabras amables, desembocó en un discurso de horror.

Cubierta del libro. Cubierta del libro.

Cubierta del libro.

"Vivir es lo más raro del mundo. La mayoría de la gente existe, eso es todo", escribe Wilde en El alma del hombre bajo el socialismo. Es una de sus citas virales, la cual se contextualiza en el texto. El escritor rechaza en él la propiedad privada, pues, según su criterio, esta limita al individuo, ya que define a la persona por lo que tiene y no por lo que es. Wilde insiste en que el socialismo –no el autoritario, señala– logrará despojar al individuo de la necesidad de hacerse con bienes materiales, y por tanto nos ofrecerá una sociedad donde predomine el individualismo, al menos el individualismo de acuerdo con el pensamiento del autor; es decir, la plena realización de la persona sin otros atributos.

Para Wilde, la propiedad privada limita al individuo: define a la persona por lo que tiene

Otros temas, además de políticos, son tratados en El alma del hombre bajo el socialismo, como el papel del cristianismo, apuntes de crítica literaria o cuestiones relacionadas con el arte y la estética. Es en esta última temática donde Wilde despliega una soberbia capacidad de análisis, una lucidez que nos asombra y nos hace disfrutar. Estas ideas sobre arte y estética se siguen desarrollando en el capítulo titulado En defensa de Dorian Gray, donde se incluye el prefacio que el autor escribió para su conocida obra. Un prefacio delicioso. Lleno de ideas interesantes. Donde es inevitable subrayar unas pocas –algunas de estas ideas tienen total vigencia en nuestros debates crítico-literarios–: "No hay tal cosa como un libro moral o inmoral. Los libros están bien o mal escritos. Eso es todo". Y más sentencias en este capítulo: "El placer supremo en la literatura consiste en comprender lo inexistente".

Junto con apartados menores –reseñas, un ensayo de juventud–, destaca el texto dedicado al "renacimiento inglés". Un excelente ejercicio de crítica literaria en el que Wilde disecciona, desde múltiples referencias y tesis, la cultura de su época, de ese romanticismo de la Hermandad Prerrafaelita, de Balzac, de Baudelaire, de Coleridge y de otros tantos.

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