Las guerras civiles españolas | Crítica

El siglo largo

  • El historiador británico Mark Lawrence establece las simitudes entre la primera guerra carlista y la guerra civil del 36-39, sobre un continuo de hostilidades civiles que ocupa la totalidad del XIX y parte del XX

Hemingway, en el frente, retratado por Capa

Hemingway, en el frente, retratado por Capa

Se establecen aquí, por parte del historiador británico Mark Lawrence, ciertos paralelismos y concomitancias entre la primera guerra carlista, declarada en 1833, y la última guerra civil española, que comienza en julio de 1936. Es decir, que no se ha buscado tanto una indagación pormenorizada en ambos conflictos (la Guerra del 36 es uno de los enfrentamientos más estudiados de la Historia), como una prospección en paralelo, de la que Lawrence extrae una continuidad histórica, que no excluye la visión romántica de las dos Españas. Dos Españas cuyo origen Carr situaba en la guerra contra el francés, y cuya virulencia, cuya devastación, mucho mayor que la del 36-39, acaso se halle en el comienzo de las hostilidades que aquí se estudian.

¿Por qué la primera guerra carlista, y no las dos posteriores? Como ya se ha dicho, por las similitudes de diverso orden que el autor establece entre una y otra. Estas similitudes son, grosso modo, la violencia de los enfrentamientos, no exentas de "primitivismo"; la lucha entre liberales y reaccionarios del carlismo, que en el 36 cabría asimilar, sólo muy sumariamente, con la compleja composición tanto del bando republicano como del bando alzado; y la intervención exterior, que en la guerra carlista obró a favor del gobierno isabelino, mientras que en el XX escoró, probablemente, la contienda en favor de los insurrectos. Para recordar la violencia de las carlistadas, el lector puede recurrir a las páginas de Unamuno, de Galdós, de Valle, de Concepción Arenal y de muchos otros. Para destacar la barbarie de la última guerra, bastaría acudir a la documentación sobre los bombardeos de Guernica y de Cabra, donde la aviación desmostró su letal importancia en futuros conflictos.

Hoy, el secesionismo presenta los episodios carlistas como un primer intento de liberación. Sin embargo, tal visión queda muy lejos de la verdad. Lawrence recuerda, una vez más, que era el Antiguo Régimen lo que se defendía contra el liberalismo isabelino. En el 36, no obstante, las amenazas serán ya definitivamente otras. Serán el comunismo de la URSS, el fascismo italiano y el nacionalismo alemán.

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