Libros de 2019 | Especial Navidad

La epopeya del padre y el hijo

  • 'Una Odisea' ofrece una cautivadora inmersión en el gran clásico de Homero y, a la vez, un conmovedor retrato del padre del autor y de la compleja relación que ambos tuvieron

El profesor y escritor estadounidense Daniel Mendelsohn (Long Island, 1960).

El profesor y escritor estadounidense Daniel Mendelsohn (Long Island, 1960). / D. S.

Hace algunos años, durante varias semanas, Daniel Mendelsohn ofreció un exhaustivo seminario dedicado a ese inagotable surtidor de bellísimas y trepidantes alegorías sobre la experiencia humana que es La Odisea. Pan comido, en teoría, para un profesor de Clásicas que se conoce prácticamente todos los versos de la homérica epopeya de memoria. Pero un alumno inscrito a última hora se lo puso particularmente difícil: gruñón, receloso de cualquier forma de placer, belicoso, por momentos casi saboteador y de férrea mentalidad científica, a sus 81 años Jay Mendelsohn, su propio padre, no entendía, indignado y porfiando sin cesar para estupor y diversión del resto del jovencísimo público, por qué Odiseo, un tipo que le es infiel a su mujer, tramposo, de palabra poco fiable, que pierde en la guerra a todos los hombres que tiene a su cargo, al que siempre acaban salvando los dioses o la suerte y que encima "se pasa el rato llorando", por qué diablos ese hombre pasa por ser un héroe, nada menos.

Una Odisea es, fundamentalmente (porque el libro es varias cosas a la vez), el intento de Mendelsohn de conocer y comprender por fin a su padre, un tipo complicado, poco comunicativo y cuya dureza, nos confiesa el autor, le provocó siempre un profundo resentimiento. Así que mientras el profesor va leyendo y explicando para todo el auditorio las claves de cada uno de los Cantos del poema (el libro también es una crónica de aquel curso, donde se ofrece una excepcional y entretenidísima lectura comentada de La Odisea), el hijo busca para sí, a través de las airadas protestas del alumno imprevisto contra el texto, pistas y espejos que lo conduzcan a los rincones desconocidos –que resultan ser bastantes e importantes– de la vida de su padre, lo que hace que el libro sea, simultáneamente, una delicadísima y vívida biografía urgente del padre, al que muchas veces casi sentimos sentado y manoteando a nuestro lado, áspero y terco, tan parecido al de Philip Roth en Patrimonio; y unas memorias personales del hijo, cuya extremada contención emocional hace que sus páginas resulten aún más conmovedoras, y él mismo, no tan diferente al padre de lo que seguramente piensa que es.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

Añadiéndole otra capa a los muchos registros –la autoficción, la crónica, el comentario erudito y amenísimo sobre asuntos filológicos y etimológicos...– de este libro que se lee con ritmo casi de novela de acción pese a abordar cuestiones radicalmente íntimas y literarias, éste es, además –cómo podía dejar de serlo– un libro de viajes. Llegado cierto punto, el autor se va de crucero con su padre por el Mediterráneo, una ruta temática que recorre lugares asociados a las peripecias de Odiseo en su largo peregrinaje de vuelta a casa. Y es en este trayecto donde el hijo siente que admira por primera vez al padre: imborrable la visita en Gozo, una isla de Malta, a la supuesta cueva donde Calipso tuvo "prisionero de amor" a Odiseo durante siete años.

Recomendaríamos este libro a cualquier persona, haya leído o no La Odisea, porque está lleno de momentos en los que uno siente que está aprendiendo algo sobre cuestiones que fueron, son y nunca dejarán de ser ciertas e importantes. He aquí un libro como piedras apiladas en un recodo del camino que dicen: a uno puede llevarle toda una vida conocer a la persona que además fue su padre; atrévanse, duele y es hermoso.

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