De libros

"La literatura puede cambiar a la gente"

  • Flavia Company habla del bien y el mal en su última novela, 'Que nadie te salve la vida'

Cuando todavía estaban en la universidad, un episodio unió los destinos de Enzo y de Víctor, que a partir de ahí se convertirían en amigos: el segundo salvaría de morir atragantado debido al movimiento fatal de una aceituna al primero. Años después, cuando el diagnóstico de un médico anuncia a Enzo que apenas le quedan unos meses en este mundo, Víctor le pedirá que recuerde aquel gesto de entonces y le conceda un favor: que haga desaparecer a alguien. Así comienza Flavia Company (Buenos Aires, 1963) su nueva novela, Que nadie te salve la vida (Lumen), una narración de corte moral en la que la autora propone nuevas variantes sobre temas eternos como el bien y el mal, la culpa y el perdón.

La narradora argentina afincada en Barcelona se acerca "a los mismos temas" de Crimen y castigo, de Dostoievski, pero lo hace desde "las extensiones y los recursos literarios del siglo XXI", con un relato fragmentario, estructurado en cuatro partes y que avanza entre elipsis. "En la novela actual uno se puede permitir el lujo de ser más breve. Y yo soy una escritora sintética porque me interesa la esencia, dar lo máximo con lo mínimo. Si pudiera escribir menos de las 200 páginas que exige una novela lo haría", afirma.

Aunque de ese mecano que compone Que nadie te salve la vida su creadora no quiere "contar mucho, porque eso estropearía una de las lecturas que tiene el libro, que es la de una novela negra", Company va revelando en la conversación algunas de las claves de su obra. Confiesa que abordar las reflexiones del moribundo Enzo, su tortuosa despedida de la vida, no fue más doloroso que enfrentarse a los otros dilemas de los personajes. "Escribir una literatura que sea comprometida, que sea testimonial, que no pretenda ser sólo entretenimiento, espectáculo, siempre te coloca en una posición incómoda, te obliga a analizar situaciones complejas que te hacen analizarte a ti". Entre las muchas cuestiones de la condición humana por las que muestra interés la novelista están también la paternidad y los vínculos de la sangre: Enzo le escribe una carta a Berta, una hija a la que no ha tratado, fruto de la donación de semen para que una pareja de mujeres pudiese tener descendencia. Una clase de familia que sí se da en la sociedad, pero que hasta ahora no había explorado apenas la literatura. "El gran amor que hay en la novela es el de esas dos mujeres, que se han querido durante años. No he dado un tratamiento especial, por supuesto para mí cualquier tipo de familia, cualquier nido de amor, es respetable", manifiesta la escritora.

En el otro lado de la balanza estaría Víctor, un hombre sin escrúpulos al que Company ha otorgado un oficio con mala prensa: se dedica a las finanzas. "Parece una elección oportunista, pero es casualidad, una de esas casualidades que a mí me pasan. En La isla de la última verdad [su última novela] ocurrían los hechos por un ataque pirata, y empezaron a aparecer piratas por todos aquellos mares cuando ya tenía escrita la novela. Ahora la crisis financiera explotó cuando yo ya había empezado con este libro. Víctor iba a ser banquero desde el primer momento, precisamente porque es la perfecta encarnación del sistema neoliberal y su triste resultado. Quería a alguien relacionado con el dinero y con el poder".

Company está acostumbrada a que realidad y ficción se entrecrucen, desde que publicó uno de los títulos que considera fundamentales en su trayectoria, Con la soga al cuello, que editó con Páginas de Espuma. "Fue gracioso, porque ese libro que defendía que hay momentos en la vida que son momentos bisagra acabó siendo también mi momento bisagra, la entrada en una nueva etapa que me dio visibilidad. Mi vida es tan literaria como mi obra, cierra como se cierra un relato".

Que nadie te salve la vida confirma la fe que Company tiene en "la transformación, y las cadenas que lo hacen posible. En estos días de promoción, un periodista jovencito me ha dicho que en su generación no tienen modelos ni referentes, y que está bien que les hablemos de valores. Eso me ha dado esperanza, hay esperanza de contagio". La obra, argumenta su autora, es una novela "optimista" que "habla de que existe el bien y el mal y de que se puede elegir el primero". Las vivencias recogidas en el libro plantean que toda biografía puede torcerse, pero también es posible hallar la redención. "¿Quién no tiene un perdón que pedir, una mentira que le pesa? Toda mentira es como una hipoteca, es algo que sube, se multiplica, y no sabes cómo salir de ahí", opina Company, para quien "en esta crisis total, el discurso público es solamente económico, se ve lo material, pero todo lo que ha ocurrido procede de algo que va más allá, de algo espiritual".

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