'Sobre mi poesía (1971-2018)' | Crítica

Una suave brisa

  • Luis Alberto de Cuenca reflexiona sobre el oficio de escribir, la vida y su evolución poética, con la que pasó de textos más culturalistas y oscuros a versos llenos de franqueza en los que "pasan cosas"

Luis Alberto de Cuenca, en una imagen de archivo.

Luis Alberto de Cuenca, en una imagen de archivo.

Sobre mi poesía (1971-2018) de Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) es un libro para curiosos, para lectores deseosos  de conocer íntimamente a uno de los poetas más importantes de las letras actuales. Y no se sentirán defraudados los que se enfrenten a la nutrida colección de textos recopilados por Rodrigo Olay Valdés y Pablo Núñez Díaz: poéticas, artículos, fragmentos de entrevistas y poemas que nos ofrecen una visión clara sobre cómo entiende la poesía, la literatura, y por extensión la vida, el autor de La caja de plata.

A través de estos escritos Luis Alberto de Cuenca nos habla de su propia trayectoria literaria. Y no cabe duda que nos encontramos ante una de las obras más robustas de las poesía española actual. Lo vemos evolucionar desde una concepción culturalista y oscura de la poesía hasta la naturalidad y franqueza de sus libros a partir de los 80. No renuncia el autor a reconocer esta evolución, natural por otra parte, desde sus comienzos como poeta novísimo hasta su adhesión a eso que vino a llamarse "poesía de la experiencia", una etiqueta que gusta poco al autor aunque pueda reconocerse en la mayoría de sus presupuestos. Sirva como ejemplo esta elocuente aseveración sobre su obra poética: "Son poemas con historia, en los que pasan cosas, como en los telefilmes americanos".

De Cuenca explicita sin embargo la coherencia de su historia literaria y asegura que en su "primera poesía novísima, en lo más rabioso y engagé de esa poesía, ya estaba el germen de mi línea clara posterior". Esa línea clara con la que él mismo ha definido su obra a partir de los 80 y que resumen la "afición por el cómic y por la escuela franco-belga y mi afición por la poesía".

Es este libro además una declaración apasionada de amor por la literatura. Luis Alberto de Cuenca es un "letraherido" impenitente desde que cayeron en sus manos los primeros libros, y adicto a la poesía desde que empezara a escribir versos a los doce años "imitando a Juan Ramón Jiménez". Quizás por eso una de las secciones más interesantes de este volumen es la titulada "Artículos sobre poética", una colección de pequeños ensayos en los que De Cuenca habla sobre otros autores –Rubén Darío, Borges, Cirlot...– y sobre su concepción personal de los géneros literarios. Imprescindible "La forja de un lector", en el que el autor repasa su formación como lector y declara su deuda incondicional con un puñado de grandes maestros de la literatura, pero también con esas historias ilustradas de los tebeos que leía de niño y que siempre lo han acompañado a lo largo de su vida.

Son la mayoría de los textos de Sobre mi poesía reflexiones sinceras sobre el arte de escribir. También sobre la vida, sobre cómo se enfrenta el poeta al oficio de la escritura. No faltan en ellos la ironía y un particular sentido del humor que convierte a algunos de estos breves ensayos en verdaderas joyas literarias.

La originalidad es "un concepto vacío, sin interés"; la literatura, "un trabajo en equipo" con los maestros

Para Luis Alberto de Cuenca la originalidad "es un concepto vacuo, sin interés", escribe versos porque no puede evitarlo, considera la literatura "un trabajo en equipo" que desarrolla el autor en comunión con sus maestros literarios y hasta se atreve a afirmar que escribir "es algo aburrido, poco elegante, una actividad proclive al analfabetismo"; claro que esto último lo dice en "Poética (I)", escrita en 1979 para la antología Joven poesía española de Concepción G. Moral y Rosa María Pereda. Desde esos "remotos orígenes hasta el viaje de los 80 y el obligado sedentarismo actual han transcurrido muchos años, pero también algunos libros".

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro.

El autor de Cuaderno de vacaciones parece encontrase cómodo con la definición que de él hace su amigo el poeta Jon Juaristi, que lo califica como "un excelente minor poet" y confiesa su afección por los pequeños temas cotidianos, que son también los grandes temas de siempre. Asegura que la poesía es solo parte de su vida, una poesía que nace de "la brisa que de vez en cuando sopla en mi calle, junto a olores antiguos más o menos prohibidos, canciones olvidadas y deseos por realizar" y a la que le pide "claridad, transparencia, sabiduría constructiva".

Para Luis Alberto de Cuenca el oficio de escribir implica un ineludible bagaje cultural y la posibilidad de experimentar, aunque sea a ratos,  una visión poética del mundo, pero también "una determinada técnica, la de hacer versos (lo que implica buen oído y cultura poética), y tener ganas de escribirlos". En los textos que conforman Sobre mi poesía (1971-2018) el poeta nos habla de ese oficio en primera persona, se detiene a analizar su educación literaria –también sentimental–  y ofrece al lector un revelador y luminoso mosaico sobre su obra.

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