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De nidos y madrigueras

  • En 'Cuaderno de campo', el gozoso debut literario de la cordobesa María Sánchez, la naturaleza y la familia tienen un papel protagónico.

María Sánchez en la librería sevillana Casa Tomada, donde presentó su obra el pasado Día del Libro.

María Sánchez en la librería sevillana Casa Tomada, donde presentó su obra el pasado Día del Libro. / Víctor Rodríguez

Viene de una feria ganadera. Ha recorrido parte de Extremadura y de la sierra morena cordobesa para presentar su primer libro en la capital andaluza pero no se queja: sonríe y se refresca la cara antes de firmar el autógrafo. Su público la aguarda en la librería Casa Tomada, son aún escasos en número pero muy fieles y en internet se multiplican cada día. A María Sánchez (Córdoba, 1989) le gusta hablar de las cabras que ha reconocido y de las crías que ha sostenido entre sus brazos y cuyo calor la conecta con su infancia en San Nicolás del Puerto, localidad de donde su familia se trasladó a Córdoba, la ciudad en la que ella se ha licenciado en Veterinaria. Sus dos pasiones, la fauna y la literatura, convergen en su primer poemario, Cuaderno de campo, una obra de la que el sello La Bella Varsovia lanzó una segunda edición en apenas cuatro días. María Mercromina, que tal es su avatar digital, es una de las autoras a las que las redes sociales le sirven para compartir en Twitter o Instagram la semilla de un futuro poema, o bien para vertir comentarios sobre ecología o política internacional con una inteligencia y lucidez inusuales a su edad.

Para su editora, la también poeta cordobesa y Premio Loewe Elena Medel, "Cuaderno de campo afronta una reflexión sobre la familia, sobre el cuerpo y sobre nuestra propia posición con respecto a nuestros orígenes". Para María Sánchez es difícil definir qué es este libro repleto de historias, herencias, caminos recorridos y, sobre todo, tiempo. "Siempre tuve claro que este librotenía que ser el primero, una declaración de intenciones, mi manera de presentarme, de contar quién soy o al menos intentarlo".

Cuaderno de campo se abre con unos hermosos versos de Emily Dickinson: "Él fue el átomo a quien preferí entre toda la arcilla de que están hechos los hombres". La delicadeza de esta poeta estadounidense, que llevó una vida retirada y supo mirar a la naturaleza con especial sabiduría, recreando, por ejemplo, el preciso momento en que el viento comenzó a mecer la hierba, es una referencia esencial para María Sánchez. "Dickinson es una de mis favoritas. Cuando estudiaba la carrera siempre buscaba ver algo de mi día a día en la literatura, y sus poemas son maravillosos. Cuando leí esos versos pensé en mi abuelo porque, en un principio, quise dedicarle a él el libro. Me llevaba al campo desde pequeña y soy veterinaria por él".

Finalmente la autora dedicó su debut literario a los cuatro abuelos y a un mundo rural que también apresa la inspiradora fotografía de portada de Andrea Kiss, que nos sugiere una colección botánica.

Uno de los grandes temas de Cuaderno de campo es la infancia, donde echa raíz la naturaleza dual de esta poeta veterinaria. "Mi niñez fue preciosa. Teníamos cabras y una quesería. Es mi abuelo enseñándome a poner vendas en las ramitas para hacer injertos, ayudándole en el huerto, a cuidar los animales. Esos paseos por el campo… Soy veterinaria de campo de una asociación de ganaderos de una raza de cabra de leche, y les asesoro, hago de todo... Tenemos ganaderos por casi toda España. Eso supone mucho coche y muchas horas pero no me pesan porque me encanta el trabajo, aunque luego tardo en escribir o en tener tiempo para ello. Hay días que me levanto a las cuatro de la mañana y llego a casa a medianoche", refiere.

Tal vez por ello su incursión con un poemario propio ha tenido que esperar casi siete años, plazo que ha resultado beneficioso para madurar un lenguaje que nunca resulta impostado, y cuya sobriedad y depurada belleza propicia que muchos lectores se reconozcan entre estos versos. Porque mientras aparentemente habla de gorriones e insectos, o de cómo los coyotes machos permanecen con la hembra durante todo el embarazo y llevan comida a las crías, algo poco habitual en los mamíferos, Sánchez aborda otras cuestiones que nos interpelan a todos. "Hay trazos de poemas que empezaron en 2010 y 2011. Ha sido un camino largo y una escritura lenta, con fogonazos de historias de mi familia, anécdotas de mis ganaderos y muchos animales que se cruzan en la carretera y, sin saberlo, terminan contando algo aquí".

La autora residió durante un tiempo en Lisboa y en Cuaderno de campo está muy presente su deuda con la poesía portuguesa, especialmente cuando cita a Sophia de Mello (Cortaron el trigo. Ahora mi soledad se ve mejor) y evoca a Gabriela Llansol. Pero si se le pregunta por las principales influencias del libro, muy atento también a los cancioneros medievales y a la tradición oral andaluza, cree que más que las fuentes literarias han sido esenciales los apuntes que tenía que estudiar para la carrera, "muchos libros de ecología y tratados sobre árboles, basta ver que el poema La mano que cuida nace de un libro sobre cómo tratar encinas", así como la escucha atenta a sus parientes y a la gente que la rodea día a día en el trabajo. Aparte de Shakespeare, claro, a quien venera y pone de faro de la pasión ornitológica al recoger aquí unas líneas de Las alegres comadres de Windsor donde la ausencia de un marido "que se ha ido a observar pájaros" es un motivo de regocijo y anhelo para Falstaff.

La moda neorrural que atraviesa la literatura en este momento -con títulos que van desde La España vacía de Sergio del Molino a Walden de Thoreau, el apóstol de la vuelta a la naturaleza salvaje cuyo bicentenario festeja Errata naturae con una edición conmemorativa de su obra clásica- no le afecta a María Sánchez, no se siente concernida. "Veo que está de moda el campo pero para mí es mi día a día. Si lo reivindico al contar la historia de mi familia no ha sido conscientemente. Soy muy peleona además con este tema: el campo en fin de semana es muy bonito pero trabajar un día y otro y dejarlo todo para irte al campo exige mucho sacrificio y un esfuerzo constante. No terminamos de valorar a nuestros ganaderos y agricultores, que son los que nos dan de comer y han hecho posible la existencia de parques naturales como el de la sierra norte de Sevilla (de donde procede mi familia), con esa ecuación perfecta de paisaje, hombre y animal, con su conocimiento milenario de pastores y ganado. Eso es cultura también y no la valoramos nada".

En su posición clara sobre el cuerpo y la identidad, Cuaderno de campo es también un alegato feminista a través del cual Sánchez pide la voz y la palabra a esos antepasados que ya se mancharon las manos de barro, sangre y vísceras. "Para mí este libro es mi modo de decir aquí estoy yo, que también trabajo en este campo", declara la autora, que recuerda haberse comportado como un chico hasta los 20 años "pese a que mi abuelo y mi padre nunca me trataron como un varón. Tardé en darme cuenta de que no tenía que ser como ellos para ser buena y reconocida; que yo, como mujer, tenía algo que escribir y contar".

Y esa voz es la misma que se arroga la palabra en el poema Monólogo acerca del instinto y de la entrega en este primer libro tan suave y punzante: "Porque al fin callan/ las alas de mariposa, el hermano y las golondrinas/ y me toca hablar a mí".

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