La noche espiritual | Crítica

La belleza a oscuras

  • Errata Naturae publica 'La noche espiritual', excelente poema en prosa de Lydie Dattas, que nace de un desencuentro con Jean Genet

Imagen de la poeta francesa Lydie Dattas (1949)

Imagen de la poeta francesa Lydie Dattas (1949)

Este poemario en prosa, de impronta rimbaudiana, parte de un desencuentro de la autora con Jean Genet. Y en concreto, con cierta misoginia de Genet, de la cual fue víctima fortuita. La noche espiritual es, pues, una respuesta. Pero una respuesta, de profundo e indeclarado humor, no sólo a las indelicadezas de Genet, de las que luego se retractaría, sino a cierto concepto de mujer, de su naturaleza, de su aptitudes, que tanto Dattas como Genet han heredado, paradójicamente, del Siglo de las Luces.

Dattas canta la belleza mediante precisas fulguraciones de estirpe rimbaudiana

Si atendemos a Kant, las mujeres eruditas corren el peligro de convertirse en “pedantes o amazonas”, puesto que el objetivo de la mujer es encarnar la belleza, no analizarla. Esta belleza, de la que la mujer está ajena, en cuanto que no puede razonarla ni escrutarla, es la que, paródicamente, tortuosamente, Dattas canta aquí, mediante precisas fulguraciones, para refutar dicho prejuicio, de alta y secular progenie. Como ya dijimos, Dattas recurre al Rimbaud de las Iluminaciones (y al Baudelaire más electrizante y amargo), para formular este destierro infinito de la mujer, que orbita en torno a la belleza, sin vislumbrarla nunca. Pero también, y desde el título mismo, parece reclamar la tutela de aquella Noche oscura del alma de Juan de la Cruz, así como de Los cantos de Maldoror del uruguayo Ducasse. Quiere decirse, pues, que Dattas ambiciona tanto un retrato espiritual de la mujer, del concepto de mujer que medra en Genet, como de la belleza que encarna y se le niega. El resultado, quizá involuntario, es una definición de la belleza moderna: esto es, de aquella belleza nocturna, femenina, demoníaca, devoratriz, que Baudelaire y Munch han acotado y prestigiado el siglo anterior. El resultado -paródico, repetimos-, es una hermosa indagatoria de la oscuridad donde el brillo de los hachones ilumina parcialmente el enigma y la orfandad de la mujer, reducida al hemisferio del instinto.

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