Pablo García Casado | Poeta

"La poesía no debe ser mera contemplación melancólica"

  • El cordobés publica 'La cámara te quiere', una compleja inmersión en el mundo de la pornografía

Pablo García Casado (Córdoba, 1972) vuelve a publicar con Visor, sello que reunió su poesía en el libro 'Fuera de campo'.

Pablo García Casado (Córdoba, 1972) vuelve a publicar con Visor, sello que reunió su poesía en el libro 'Fuera de campo'. / Juan Ayala

Nombre fundamental de la poesía escrita en español de las últimas dos décadas, Pablo García Casado siempre se ha caracterizado por abordar personajes y temas situados en las afueras, en los extremos. Tras ocuparse del dinero o del derrumbe del Estado del bienestar en sus últimos libros, en La cámara te quiere fija su mirada, a través de diferentes voces, en una realidad de la que apenas conocemos la superficie pixelada de nuestras pantallas: la pornografía.

-¿Cómo surge la idea de La cámara te quiere?

-Las imágenes de la pornografía nos asaltan a diario, y detrás de esas imágenes hay personas, con una vida propia, con un pasado, con una familia... Partí de esa idea para crear un personaje de ficción y traté de imaginar su día a día. Pero no desde el paternalismo, la demagogia o la atalaya moral, sino desde la propia piel, desde su punto de vista, narrando en primera persona la vida diaria de una persona que trabaja en ese mundo. No es literatura erótica, sino la crudeza de la normalidad.

-Parece, a priori, un tema muy poco poético..

-Soy de los que creen que la poesía puede abarcarlo todo. Es más, creo que debe buscar nuevos territorios, no quedarse en la mera contemplación melancólica, en la chatarra retórica o en el onanismo intelectual. Hay una realidad extraordinariamente compleja y plural y debemos atrevernos a afrontarla.

-En cualquier caso, usted tiene ya un lugar sólido en el mapa poético español, reconocido por la crítica y por los lectores. ¿Por qué ese empeño en estos temas que se pueden clasificar como incómodos?

-La verdad es que nunca me interesó hacer una poesía cómoda. He creído siempre en una literatura que asuma riesgos, que altere la zona de confort, tanto del lector como la mía propia. Y eso implica ponernos frente a nuestras incertidumbres vitales y contradicciones morales. Aborrezco toda esa poesía que parece estar satisfecha con la realidad.

"En el contexto actual de internet, la prohibición es tan inútil como ponerle puertas al campo”

-Vayamos al libro en sí mismo, a La cámara te quiere. A lo largo del libro hay un crescendo desde la normalidad de una actividad profesional hasta situaciones realmente extremas…

-Ciertamente, el libro se inicia con una serie de poemas en los que la profesión parece desarrollarse bajo un ambiente casi de oficina. Pero poco a poco los textos van derivando en situaciones complicadas, donde el personaje ya no tiene tan claros los límites. Y todo eso se hace más patente en los silencios, en lo que queda fuera de campo, en lo que no se nombra. Para ello, la poesía te permite definir con la breve pincelada de un verso todo un estado de ánimo.

-Su poesía siempre ha sido de decir mucho en muy poco, como en el poema Fiesta. En ese momento, precisamente, parece que hay un cambio de registro...

-Sí. Trabajar en este mundo implica aceptar la diferencia entre la realidad y la ficción, en que sólo están actuando ante una cámara, en que es todo mentira. Pero luego hay que volver a casa, relacionarte con el entorno, salir a comprar al súper, estar con la familia. En todo el libro, existe esa tensión entre el personaje y la actriz, que siempre es muy compleja, pero que en este caso se amplifica porque expone su intimidad en vídeos que ven miles y hasta millones de personas.

Portada del poemario de García Casado. Portada del poemario de García Casado.

Portada del poemario de García Casado.

-Esa tensión queda palpable en la sección Webcam, donde el personaje se incorpora a un videochat erótico.

-Es una dimensión distinta, porque no se trata sólo de rodar escenas para un espectador anónimo, sino que ese espectador está ahí y ahora. Es alguien a quien puedes ver, con quien puedes conversar, que busca ser excitado por alguien que puede estar a miles de kilómetros. Alguien a quien seguramente nunca conocerás en persona. En ese espacio de interacción, en un contexto digital como en el que estamos, ficción y realidad tienden a confundirse.

-El libro se cierra con un coro de voces en el que ya no es la voz de la actriz, sino la de quienes ven porno...

-Una persona que leyó un primer borrador del libro me dijo: ¿Y nosotros? Por nosotros se refiere al 90% de hombres y al 60% de mujeres que consumen o han consumido porno. Había dedicado tanto tiempo a construir el personaje de la actriz protagonista que obvié a quienes están al otro lado de la pantalla. Por eso escribí estos poemas donde hay personas también de carne y hueso, mayores, matrimonios jóvenes, hombres casados, mujeres solas... El prototipo del consumidor de porno ya no es el de quien rebusca en la trastienda del videoclub. La industria, porque no olvidemos que detrás de todo está el dinero, quiere más y más consumidores, y para ello diversifica los contenidos para ofrecer un porno para cada tipo de público.

-En los últimos meses, el porno ha sido objeto de numerosas polémicas. Incluso hay sectores del feminismo que apuestan abiertamente por su prohibición...

-En el contexto actual de internet, la prohibición es tan inútil como poner puertas al campo. Eso sólo sería posible en un contexto de control de la red por parte del Estado, algo que ocurre en regímenes totalitarios como Yemen o Qatar. Otra cosa muy distinta es la restricción del acceso a los menores, que creo que es absolutamente necesario. Supongo que si nos asaltan anuncios adecuados con nuestros deseos y si han conseguido borrar las matrículas de Google Maps no debe ser tan complicado crear un sistema de control de acceso restringido a mayores de 18 años.

-¿Y qué me dice del llamado porno ético o feminista?

-Creo que puede y debe haber otro porno. Y propuestas cinematográficas como las de Erika Lust o posicionamientos como los de Anneke Necro hacia la dignificación del trabajo de las performers parecen avanzar en ese sentido.

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