Cultura

La seducción del caos

  • Se reedita 'El inconsciente óptico', una andanada contra el modernismo de la mano de Freud, Lacan o Bataille

Veinte años después de la primera, nos llega la segunda edición, también en Tecnos, de este polémico ensayo de Rosalind E. Krauss, crítica de arte, teórica, editora (de la prestigiosa revista October) y profesora universitaria que a finales del siglo XX realizaba en él su más feroz ataque a la tradición modernista del arte, ésa que, según la autora, había sobredimensionado la importancia de lo puramente visual y naturalizado la idea de la autonomía artística.

Y para afilar el compendio de sospechas sobre este acervo, la Krauss -quien fuera una discípula aventajada del aquí denostado Clement Greenberg- elige un estilo irónico y envalentonado que en su día le valiera no pocos reproches, pues el descrédito que en estas páginas pergeña contra la autosuficiencia y la lógica cerrada del modernismo y sus límites retinianos se ejecuta formalmente desde un híbrido entre el dietario y la argumentación que coquetea sin remilgos con la ficción; una toma de partido comprensible, si bien controvertida, cuando lo que se pretende es poner en duda la "apreciación mortalmente seria del arte" de los modernistas.

Pero aunque lo disfrace de necesaria cruzada, lo que en El inconsciente óptico ensaya Krauss es, sin nunca tender la mano, completar el universo "visualista" del modernismo (aunque sus representantes nunca lo hubieran pedido ni se lo tomaran en serio), es decir, partir de él para luego socavar sus fundamentos al penetrar en la retina y toparse con esas cosas que tanto le gustan a la norteamericana: oscuras oquedades, espacios ciegos, irracionalidad, laberintos..., la pulsión hacia lo bajo y lo informe. Los compañeros de viaje son conocidos: Bataille, Breton, Freud, Lacan, Derrida, un poco de Deleuze/Guattari; asimismo los artistas, en los que Krauss llevaba años trabajando desde que encaminara sus pasos al análisis del surrealismo y la vanguardia: Duchamp, Ray, Ernst, Pollock, Eva Hesse.

En esta inmersión en el inconsciente de la visión, ataque contra la sublimación modernista a partir de un rastreo del deseo y lo reprimido en una mirada que volvía a encontrar el amparo del cuerpo (¿pero de verdad alguna vez lo había perdido?), Krauss atesora valiosas intuiciones, sobre todo en algunos pasajes de sus análisis psico-artísticos de los collages dadá de Ernst y de la agresividad pictórica de Pollock. Viejos y algo ridículos se han quedado, eso sí, algunos pasajes de fárrago lacaniano, y a injustificadas y contraproducentes siguen sonando las críticas vejatorias a personalidades de la talla de John Ruskin, Clement Greenberg o Roger Fry.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios