De libros

La vida tras el abandono

  • Lumen recupera 'Reunión en el restaurante Nostalgia', que Anne Tyler publicó en los 80

Reunión en el restaurante Nostalgia. Anne Tyler. Trad. de Aurora Echevarría. Lumen. Barcelona, 2012. 394 páginas. 18,90 euros.

Aunque su entorno más próximo juzgaba que se quedaría soltera, la treintañera Pearl acabaría casándose con Beck Tull, un representante de una empresa de herramientas de jardinería con el que tendría tres hijos. Años después -un domingo de 1944- la estabilidad lograda se revelaría un espejismo: la compañía envía al marido a un nuevo destino, y éste le anuncia que ha decidido trasladarse solo, sin su familia. La esposa interpreta en un principio esa determinación como un desvarío momentáneo -un exceso de trabajo, se teme- y pide al hombre que reconsidere sus planes esa noche, pero Beck no tiene intenciones de aguardar a la mañana siguiente. "Debería haber todo un lenguaje aparte, pensó, para aquellas palabras que son más verdaderas que otras, para la verdad total y absoluta. Era el hecho más puro y duro de su vida: no entendió a Beck y nunca lo entendería".

De la inevitable incomunicación entre seres unidos por vínculos de afecto, del abandono y sus amargas ramificaciones, y del peso del resentimiento en la historia de una familia, entre otros temas, trata Reunión en el restaurante Nostalgia, una soberbia novela de Anne Tyler escrita a comienzos de los 80 que Lumen rescata ahora. La recuperación de esta obra es sin duda una noticia feliz: no sólo por los valores del libro en sí, una narración extraordinaria, sino porque inicia una serie dedicada a la autora que servirá para dar a conocer mejor a una novelista que a pesar de su impresionante currículum -entre otros premios ha obtenido el Pulitzer, el galardón del Círculo de Críticos de los Estados Unidos o el PEN/Faulkner- no ha tenido en España la repercusión que merece, y de la que se suele citar El turista accidental, su título más célebre gracias a su adaptación cinematográfica, dejando de lado otros hallazgos de su producción como Ejercicios respiratorios o El matrimonio amateur.

Reunión en el restaurante Nostalgia, una ficción ambientada en Baltimore, la ciudad en la que Tyler reside y que ha convertido en escenario habitual de sus relatos, ahonda en los devastadores efectos de la ausencia a través de la irreversible transformación que experimenta Pearl Tull, la esposa abandonada, que tiene que colocarse como cajera en una tienda de comestibles y atender todos los flancos para que su familia salga adelante. "Había sido la típica madre malhumorada. Siempre con los nervios a flor de piel; se había sentido demasiado agobiada, demasiado sola. Y tras la marcha de Beck había vivido demasiado preocupada por pagar el alquiler y hacer malabarismos con el presupuesto para comprarles zapatos a esos niños grandes y desgarbados". Pero a pesar de los múltiples esfuerzos -llamar al médico, enfrentarse al matón del barrio, abastecer la caldera de carbón-, la mujer legará a sus hijos la insatisfacción y los resquemores que han marcado su triste existencia. "A todos sus hijos les pasaba algo. Era frustrante; los tres eran atractivos y afables, pero la excluían de un modo perverso que no acababa de entender. Y percibía en la vida de cada uno una especie de defecto de fabricación".

Es en el modo sutil en que Tyler profundiza en la psicología de sus personajes, en el complejo retrato de esos tres hijos, donde la escritora demuestra su maestría. Cody, el primogénito, es un hombre ocupado, reacio a regresar al domicilio familiar aunque sea para un almuerzo, que podría haber hecho su vida de espaldas al dolor con el que creció. Pero no lo consigue: recordará a su madre como una figura agresiva que hacía imposible la convivencia; tampoco le perdonará su evidente preferencia por Ezra, el hijo menor, hasta el punto de que la envidia por su hermano acabará afectando a su vida sentimental y a la elección de su pareja. Ezra, entretanto, será el único que realmente se encargue de los cuidados de Pearl, que con la edad ha perdido la visión, pero lo hará sin una implicación real, desde una personalidad siempre abstraída, más preocupado por la comida que sirve en su restaurante que por entablar contacto con las personas de las que se rodea. Y Jenny, la hija, pediatra de profesión, encadenará un matrimonio tras otro, pero en su inestabilidad emocional ella misma será consciente de la incoherencia de sus planteamientos. "Sus planes de boda le parecieron precipitados y ficticios; una farsa. (...) Trató de recordar el beso de Harley, pero se había borrado por completo; él mismo no era más real que un hombre de papel en un catálogo de venta por correo".

La narración fluye hasta las siguientes generaciones, con capítulos en los que el hijo de Cody o el hijastro de Jenny cobran protagonismo, pero cuando el desenlace se produzca, y se celebre al final esa imposible comida familiar, esa Reunión en el restaurante Nostalgia que siempre acababa abruptamente por una discusión en los anteriores intentos, el lector cerrará el libro con la certeza de haber asistido a un trozo de vida magníficamente contado. Tyler sabe captar las heridas y los desencuentros que encierra toda experiencia humana, pero lo hace con una voz sobria, consciente de que las verdades del alma no pueden subrayarse: no hay lenguaje, quizás, que sepa definirlas en toda su dimensión.

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