Obituario

Adiós a la Galerna del Cantábrico

Paco Gento con las seis copas de Europa ganadas

Paco Gento con las seis copas de Europa ganadas / EP

Palabra de Di Stéfano: "Cuando queríamos descansar le dábamos el balón a Kopa y éste lo escondía; cuando había que resolver se la poníamos por delante a Paco para que todo corriera de su cuenta". Era la mejor definición que jamás se hizo de Francisco Gento, esa Galerna del Cantábrico que fue considerado como el mejor extremo izquierdo de la historia y que este martes nos ha dejado a los 88 años de edad y seis Copas de Europa como marca jamás alcanzada por ningún otro futbolista.

Gento llegó al Real Madrid casi a la vez que Di Stéfano, en el año de 1953, y cuando comprobaron que corría más que el balón y que éste se le quedaba atrás pretendieron devolverlo al Racing. Era un velocista que parecía peleado con la pelota, pero alguien determinó que se estaba ante un diamante por pulir y el de Guarnizo era eso, un diamante en bruto que encontraría en el argentino Héctor Rial el pulidor que le quitaría las impurezas para convertirlo en un futbolista grandioso. Rial y Gento formarían la que quizá haya sido la pequeña sociedad más resolutiva de la historia. Para el recuerdo queda aquella delantera en la 58-59 de Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento, quizá el ataque más brillante de cuantos deparó el fútbol.

Cuando se echa mano de la memoria y se entra en la elección del mejor equipo de la historia, hay dos puestos en los que nunca cupo la duda. Se va uno a aquel fútbol de dos extremos pegados a la cal y si para la diestra surge el nombre de "Mané" Garrincha, en la izquierda es indiscutible el de Paco Gento. Ni siquiera el paso de los tiempos ha podido abatir a esas dos leyendas, con el primero como un mago del regate y el otro como una fuerza de la naturaleza desatada que hacía añicos todo tipo de rivales y de sistemas defensivos.

Pero Gento se encontró en ese rincón del campo dos obstáculos que evitaban de forma habitual sus estragos. En el viejo Nervión, Helenio Herrera encontró en un coriano corajudo la forma de frenarlo. Era Romero, conocido en su pueblo como ´´Manolillo el de las vacas´´ que no se paraba en medios para que ni se acercase Gento a los dominios de José María Busto. Su segunda bestia negro fue Julio César Benítez, lateral uruguayo de técnica prodigiosa y que con la camiseta del Barça encontró la forma de pararle. El charrúa se ponía de costado y dejándole libre la cal para correr tras él sin necesidad de darse la vuelta.

En la relación que tenemos más cercana con Gento está aquella lesión que le provocó a Marcelo Campanal en el Bernabéu. Fue en febrero de 1955 y a un balón dividido fueron Campanal y Gento, llegaron a la vez, el madridista se encogió para paliar la colisión y su rodilla impactó en el costado del sevillista. El partido continuó con normalidad y a la terminación, Campanal en la ducha orinó sangre. Fue una lesión tan importante que el asturiano fue perdiendo el riñón poco a poco. jugando durante más de diez años con un solo riñón.

En su tiempo de campeonísimo, el gran competidor que Gento tuvo en su puesto fue el sevillano Enrique Collar, pero el aura del cántabro hacía imposible la competencia y un futbolista tan bueno como el gaditano Manolín Bueno vivió a su sombra durante los diez años que convivieron en el Real Madrid. "Cuando en el 71, Paco salió del Madrid me dije al fin el puesto es mío, pero lo que no sabía es que me echarían a la vez que a él", cuenta Burno a quien quiera oírle en su día a día gadita. El Madrid fichó al argentino y presuntamente oriundo Eduardo Anzarda para suplirle, no resultó y cuando en el 73 se abren las fronteras, el Madrid contrata al también argentino  Óscar `Pinino` Mas, extremo titular de la albiceleste, pero la sombra de la Galerna del Cantábrico era tan alargada que nunca hubo un sucesor digno de suplir al hombre de las seis Copas de Europa.

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