Fútbol

Zambia y el número dieciocho

  • Se estrena en Rakuten un documental del español Juan Rodríguez-Briso que relaciona la tragedia aérea de la selección 'Chipopolo' con la conquista de la Copa África

Los futbolistas de Zambia realizan una ofrenda floral en Libreville en 2012.

Los futbolistas de Zambia realizan una ofrenda floral en Libreville en 2012. / Franck Fife | Afp

La madrugada del 28 de abril de 1993 en la costa de Libreville (Gabón) murió una historia,, con el accidente aéreo de la selección de fútbol de Zambia para que naciera otra intrínsecamente relacionada con el número 18, que terminaría en la misma ciudad el 12 de febrero de 2012 con la conquista de la Copa África por parte de la 'Chipopolo', que en la final ganó a la gran favorita: Costa de Marfil.

Esta epopeya la relata el documental 'Eightheam', dirigido por el español Juan Rodríguez-Briso, que estará disponible gratis y en exclusiva este jueves 29 de octubre en Rakuten TV.

En 2012, el presidente de la Asociación de Fútbol de Zambia era Kalusha Bwalya (Mufulira, 1963), capitán de la selección en 1993, quien se salvó de morir en el accidente aéreo porque jugaba en el PSV Eindhoven holandés y tenía previsto desplazarse por su cuenta hasta Senegal, como también lo hicieron sus compañeros Musomba y Johnson Bwalya, junto con Kalusha las estrellas del combinado.

Allí Zambia debía disputar un partido del triangular final clasificatorio para el Mundial de Estados Unidos de 1994 en el que también participaban Marruecos y Senegal.

"Ese día yo debía coger tres aviones. Uno de Eindhoven a Amsterdam, otro de Amsterdam a París y un tercero de París a Dakar. Antes de empezar el viaje me llamaron y me contaron que mi avión había sufrido un retraso porque el avión de mis compañeros había tenido un accidente. No tenían más información", explica Kalusha a Efe. "25 minutos después en la televisión informaron que estaban todos muertos", sentencia.

El excapitán de la selección de Zambia y expresidente de la Asociación de Fútbol de Zambia no tiene ningún reparo en considerar aquel día como "el peor" de su vida.

"En el accidente murieron muchos amigos, incluido mi compañero de habitación en las concentraciones. Teníamos un sueño: el de jugar en el fútbol internacional. Y nos lo quitaron de golpe. Todo se convirtió en nada", lamenta.

En el accidente fallecieron 18 jugadores, entre ellos Makinka, Chansa, David Chabala, Samuel Chomba, Richard Mwanza y Mulenga, además de todo el cuerpo técnico, liderado por el entrenador Godfrey Chitalu, quien en 1972 marcó 107 goles entre todas las competiciones y aún posee el récord mundial de tantos en un año natural.

La selección de Zambia que falleció en el accidente aéreo había deslumbrado al mundo del fútbol en los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988, en los cuales llegó a imponerse en la fase de grupos por 4-0 a la selección italiana de Mauro Tassotti, Steffano Tacconi o Pietro Paolo Virdis. Kalusha Bwalya fue el autor de tres goles en ese histórico encuentro.

"Esa selección de Zambia justo estaba naciendo cuando nos ganó. Eran jugadores muy fuertes físicamente que parecían no cansarse nunca y, además, poseían una buena calidad técnica", opina para Efe Mauro Tassotti (Roma, 1960).

La aventura de Zambia en los Juegos Olímpicos de Seúl finalizó en los cuartos de final ante la Alemania de Jürgen Klinsmann, quien hizo un hat-trick a pesar de la buena imagen que volvió a dejar el combinado africano.

Esa generación de jugadores creció y en 1993 se encontraba muy cerca de clasificarse para el Mundial cuando tuvo lugar el accidente. Quién sabe si esa selección se habría convertido en la encargada de romper por primera vez la barrera de los cuartos de final de un Mundial para un combinado africano.

La nueva Zambia, muy mermada, igualmente finalizó el triangular de clasificación para el Mundial y se lo jugó todo el 10 de octubre de 1993, menos de seis meses después del accidente, ante Marruecos en un partido que perdió por 1-0 en Casablanca. Aun así, tuvo la fuerza de volver a levantarse y llegar a la final de la Copa África de 1994.

"Yo estaba en Roma el día de la tragedia", relata el periodista Filippo Ricci, quien entonces estaba especializándose en fútbol africano y un año después vivió en directo la final africana entre Nigeria y Zambia en Túnez. "Conseguí el número de teléfono de casa de Kalusha en Eindhoven y lo llamé. Él no paraba de llorar. Estaba desesperado", añade.

Dieciocho años después Zambia, entrenada por el francés Hervé Renard, vencería en la final de la Copa África 2012, en la que se enfrentó a la Costa de Marfil de Didier Drogba, de los hermanos Touré, de Salomon Kalou y de Gervinho. Casualidades de la vida, la sede de ese partido fue Libreville, la ciudad en la que tuvo lugar el accidente aéreo y donde el combinado nacional de Zambia no había regresado hasta entonces.

Antes de disputar la final, los jugadores y el cuerpo técnico de Zambia, y Kalusha como presidente de la Asociación de Fútbol del país, fueron a hacer una ofrenda a la playa de Libreville delante de la cual el avión se había hundido en el Oceáno Atlántico.

"He cogido muchos aviones, pero la sensación que tuve en el que me llevó con la selección de Zambia de Malabo (donde se disputó la semifinal ante Ghana) a Libreville no la he vivido nunca más. La tensión que hubo durante el aterrizaje y el momento de los jugadores besando el suelo al descender del avión no lo olvidaré jamás", admite Ricci.

El título se decidió en una tanda de penaltis en la que llovió con intensidad. Dieciocho fueron los lanzamientos desde los once metros hasta que Stoppila Sunzu transformó el decisivo, como si el destino se hubiese encaprichado en homenajear a los dieciocho jugadores fallecidos en 1993.

"Esos jugadores tenían el mismo sueño que los que murieron dieciocho años antes. No éramos los favoritos ni mucho menos, pero en Libreville hubo una conexión muy fuerte entre el viejo y el nuevo equipo de Zambia", sentencia Kalusha, que actualmente colabora con la Confederación Africana de Fútbol.

'Eighteam' refleja la mística de esa noche inolvidable para la historia de Zambia. "En África los números, los círculos que se cierran y el potencial anímico de las situaciones tienen mucha importancia", recuerda Ricci.

En esta historia, si uno se lo propone, no faltan motivos para pensar que algo más allá de lo racional sucedió en Libreville.

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