Granada - Almería · la crónica

Alcaraz y los suyos se meten en un lío (0-2)

  • Un Granada sin ideas desaprovecha su enésima ocasión para sellar la permanencia y se la jugará en la última jornada en Valladolid. El Almería saca provecho de dos penaltis y, sobre todo, del mal juego de los locales.

Los inmensos números de la primera vuelta, la victoria ante el Barcelona y el reciente empate de Anoeta se han quedado en anécdotas ante el empeño del Granada por meterse en problemas. Desde que comenzó la segunda vuelta, los rojiblancos han desaprovechado muchas oportunidades para haber llegado a los últimos partidos de la temporada como un invitado de lujo. 

Aún así, el destino le había deparado a los granadinistas la posibilidad de salvarse ante su afición y enésima oportunidad que se desperdicia. Jugar en Los Cármenes este año se ha convertido en todo un suplicio. Ayer no fue menos. El Almería, serio en su planteamiento y consciente de sus virtudes y limitaciones, sacó petróleo sobre un césped en el que cualquier foráneo que llega pone un pozo y se hace millonario. 

Se podrá afirmar que dos penaltis sentenciaron al Granada ante los de Francisco, pero la realidad es que el Granada fue víctima de su (no) juego, la falta absoluta de ideas y de no pocos jugadores que ayer deambularon sin orden sobre la hierba. 

Ayer, hubo minutos de la tarde en los que el Granada ocupó, por primera vez esta temporada, puestos de descenso. Al final, el Betis echó una mano, pero nada ni nadie libra al Granada de tener que ir a Valladolid con la imperiosa obligación de puntuar, por lo menos, aunque si se quiere evitar jugar una peligrosa ruleta rusa, lo mejor es que se vaya concienciando el personal de que hay que ganar a orillas del Pisuerga. Y mucho habrá que trabajar durante la semana porque el equipo ha llegado al final de temporada sin alma, sin fuerzas y sin recursos. 

Sobre el papel, Alcaraz puso en el campo a sus mejores artilleros, pero el centro del campo se mostró inoperante, lo que en buena parte fue la causa del naufragio del Granada en ataque. Fue como ese barco que en el mismo día de su botadura se va al fondo del mar. 

Sólo durante los primeros minutos se vio un cuadro local con la intención de hacer algo, aunque sin llevar en ningún momento sensación de peligro sobre el marco de Esteban. Por destacar algo, en el 11' Riki se metió en el área y su pase, que buscaba a El Arabi, fue interceptado por Esteban (11'). Pero poco después de descompuso el escenario previsto. Sobrepasado el cuarto de hora el árbitro decretó un penalti por una acción de Fran Rico. Pudo ser juego peligroso, pero Gil Manzano no lo vio así. Verza engañó a Karnezis, no perdonó y puso la situación muy cuesta arriba a los de Alcaraz. 

El tanto rompió los esquemas y descentró a la escuadra granadinista, que empezó a hacer de las prisas una mala acompañante cuando todavía quedaba un mundo. Aunque lo más preocupante es que los minutos empezaron a pasar sin que los rojiblancos se llevaran a la boca siquiera una ocasión porque lo único que se proponía (fue así durante todo el partido) eran pases largos y colgar balones a un área donde no aparecía nadie. 

El Almería, bien asentado, no sólo controló bien atrás, sino que empezó a amenazar con sus contras, como la que protagonizó Aleix Vidal por la banda derecha antes de dejar el balón a Coronas, que envió el balón a las alturas (30'). Lo más preocupante es que en el Granada no eran pocos los jugadores que estaban desaparecidos en combate... y las ideas en el limbo. El balón siguió cayendo en el área visitante una y otra vez, pero en tierra de nadie. 

Por volver a buscar algo, en el 38' se produjo el primer córner a favor del Granada. Piti lo puso en el segundo palo, donde Fran Rico llegó bien pero cabeceó muy forzado. Apretaron los de Alcaraz en el tramo final y se dejaron ver, como en un tiro lejano del propio Fran Rico que se topó con la intervención de Esteban (41'). El último minuto regaló al Granada una falta peligrosa al borde del área, pero Piti no le sacó rédito alguno. 

Se reanudó el choque sin ningún cambio ni una buena vibración. Fue ponerse el balón en juego y el Granada dar muestras de estar demasiado acelerado. Los balones largos sin destino siguieron sucediéndose. Los locales no sabían a qué jugaban ante un Almería que cada vez lo tenía más claro. 

Como no había de donde tirar, Alcaraz se fijó en Ighalo, a ver si el nigeriano era capaz de hacer sonar la flauta. El técnico sentó a Iturra (68') y dejó el centro del campo más desguarnecido. Los minutos empezaron a pesar como una losa. El tic-tac del segundero era como una tortura. 

Y ante la amenaza del tiempo pasando, el Granada erre que erre, con sus infructuosos pases de muchos metros. Los de Alcaraz parecían amenazar con sufrir un colapso mental. Para intentar evitarlo, Alcaraz hizo entrar a Buonanotte y Foulquier por Riki y Nyom, respectivamente, justo en el momento en el que el Granada se metió en puestos de descenso durante unos instantes. Y justo antes de que Ilori fallara la ocasión más clara de los locales hasta ese momento (71'). Todo estaba en contra de los granadinos, cada vez más ahogados en su propia incapacidad. 

Ante tanta impotencia, el Almería perdonó el segundo. Azzez cruzó en exceso (78'). Poco después los visitantes volvieron a amenazar a un Granada incapaz de siquiera llevar el balón al campo rival. Con este panorama, negro zaíno, la puntilla llegó antes del final. Fue en otro penalti. Esta vez el de Murillo no tiene discusión alguna. Aleix Vidal terminó por amargar la tarde al personal. 

Los últimos minutos ni siquiera sirvieron para maquillar el resultado. Sólo fueron útiles a los seguidores rivales, que vieron como los 45 euros que pagaron les valió la pena. Y seguro que hubieran pagado el doble.

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